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lunes, 2 de mayo de 2016

El fructífero esfuerzo de los niños del Císter


Esther Mª Ojeda. Después de los cuatro intensos días festivos, aunque de descanso muy relativo, se clausura la primera celebración del mes de las flores, cuyo ambiente apenas va a dar tiempo de echar de menos con la apertura de los pintorescos patios que cada año atraen a más y más turistas y la feria de Nuestra Señora de la Salud ya a la vuelta de la esquina. Y así, con el fin de las Cruces de Mayo, las hermandades habrán pasado el día de hoy “levantando el campamento”, haciendo balance de estas jornadas y con las miras puestas en las casetas.

Podemos ver en la cofradía del Císter un claro ejemplo de esas hermandades que echan el cierre haciendo cuentas de lo recaudado, pero con una peculiaridad: tal y como ya habíamos informado, la Cruz de Mayo cisterciense se había comprometido a colaborar con la Fundación Miaoquehago, pero eso no es todo ya que, puestos a decirlo todo, recordarán que los niños de esta hermandad se habían empleado a fondo portando la Cruz de Mayo Chica con la compañía de los tambores de la bandita de la Esperanza.


Gracias a su esfuerzo y deseo de arrimar el hombro – e inspirado sin duda por el modelo y la influencia de sus mayores –  la iniciativa emprendida por los más pequeños ha conseguido recaudar la cantidad de 52 euros que irá destinada a contribuir con la obra social de la cofradía. Con estos datos, sobra decir que la actividad de las hermandades no se limita a la requerida en Semana Santa, sino que perdura durante todo el año, de la mano de una cada vez más notable conciencia social y manifestándose de incontables maneras y con causas muy diversas.








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