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viernes, 27 de mayo de 2016

El Origen Histórico de la Feria de Nuestra Señora de la Salud


Cuentan las viejas crónicas que un día del año 1665 Simón de Toro, labriego y su compadre Bartolomé Peña, ambos vecinos del barrio del Alcázar Viejo, cultivaban en aparcería un pequeño terreno contiguo a la muralla de la ciudad como a la distancia de un tiro de piedra de la Puerta de Sevilla. Ambos afanados en su labor, al hundir la reja del rústico arado en la tierra, dejó al descubierto la entrada de un pozo con un brocal de mármol blanco y en una de las hendiduras se encontraba una pequeña imagen de la Virgen con el Niño en los brazos. Fue llevada a su casa mostrando a la vecindad el hallazgo, que con prontitud atestaron el patio para contemplar la imagen.

Cundió por la ciudad la noticia del portentoso descubrimiento y fue grande el impacto producido en las gentes sencillas, que se estableció una piedad sincera mediante la cual acudían multitud de enfermos, y siguiendo según la tradición, recobraron la Salud. De este hecho proviene la advocación de esta imagen. La Virgen fue depositada en la capilla de la Orden Tercera del Real Convento de San Francisco.



El fervor del pueblo y los caudales de su descubridor hicieron posible construir una pequeña capilla junto al lugar del descubrimiento, siendo abierta el lunes tercero de las calendas de abril del año 1673. Aquella mañana, el licenciado Diego de Alcudia Caballero, con autorización del obispo Francisco Díaz Alarcón y Covarrubias, bendijo la Ermita de Nuestra Señora de la Salud, celebrándose la primera misa en el mismo lugar donde según la tradición estuvo en la época mozárabe el monasterio de San Ginés, en cuya antigua iglesia fueron sepultados Santa Leocricia, Santa Litiosa, San Rodrigo y San Pelagio, mártires de Córdoba. En dicha ceremonia estuvo el corregidor Esteban de Aragón Alarcón que asistió con el Consejo de la Ciudad presidida por sus maceros y con los caballeros Francisco de las Infantas y Aguayo, oidor de la real cancillería de Granada; Gonzalo Jacinto de Cea y Córdoba de los Ríos; José de Valdecañas y Herrero; Jerónimo de Acevedo, de la Orden de Calatrava, y Antonio Gutiérrez de los Ríos Argote y Guzmán, vizconde de Miranda.

El mismo día por la tarde los numerosos frailes de la comunidad del Convento de San Francisco, llevaron a dicha ermita la imagen de la Virgen de la Salud que como se ha dicho anteriormente tenían depositada en su convento. Con este motivo tuvo lugar una esplendida velada con aires de romería entorno a la ermita.

En el testamento con fecha 19 de noviembre de 1677 Simón de Toro otorga y declara que con las limosnas que había recaudado dentro y fuera de Córdoba había labrado la ermita de Nuestra Señora de la Salud, y nombra por administrador de ella a Marcos de la Cruz, su compadre, de profesión maestro albañil y marido de María Gómez, hija de de María Zuñiga , mujer del otorgante.

Los terciarios de la Orden de San Francisco por su devoción a la Virgen de la Salud empezaron a enterrarse en terrenos junto a la ermita y este fue el origen del Cementerio de Nuestra Señora de la Salud. Esta misma Orden costeó la preciosa peana de plata y la ráfaga que tiene la imagen.

Nuestra Señora de la Salud
Durante más dos siglos, los cordobeses que necesitaban alivio de sus enfermedades, acudían al pozo donde la virgencita fue descubierta por Simón de Toro y su compadre, y recogiendo el agua fresca y transparente que brota del aljibe, en toda suerte de vasijas, la llevaban a sus casa cual líquido tesoro, haciendo del preciado líquido medicina prodigiosa como remedio de todos los males.

Concluida la ermita en 1673, a partir de esa fecha se comienza a celebrar cada año, el segundo día de Pascua de Pentescostés, una velada donde se celebraba la fiesta homenaje a la Virgen en la ermita de los llanos de Vista Alegre. Así comenzó la feria al ir concurriendo toda clase de gente, como vendedores de golosinas y chucherías donde instalaban sus tenderetes en torno a la ermita y en las eras colindantes; después a medida que su extensión lo fue requiriendo, alejándose de aquella hasta traspasar la explanada del que fue convento de la Victoria.

Pozo en el que se encontró la Imagen
La feria así nacida al calor de la devoción sencilla de las gentes para divertimento, coincide con la feria del año agrícola y ganadero, de esta forma, ambas se ensamblaron mutuamente ya que esta última venía celebrándose desde el siglo XI por privilegio especial otorgado a la ciudad por el rey Sancho IV de Castilla.


Origen de la feria

En 1284, el rey Don Sancho IV concedió el privilegio al Concejo de Córdoba para que pudiera celebrarse dos veces al año una Feria de ganado, empezando una el día de Cincuesma y otra el primero de Cuaresma, debiendo durar quince días cada una. En el año 1422, la feria de Cincuesma comienza a celebrarse con carácter fijo en los primeros días de mayo. En el año 1492, los Reyes Católicos confirman la celebración de ambas ferias, el primer día de Cuaresma, y el primero de mayo. Es en el año 1556, cuando Felipe II confirma el privilegio real otorgado por el rey Don Sancho II.

En el año 1665, frente a la Puerta de Sevilla, dos labradores encuentran la imagen de una pequeña Virgen en un pozo, cuyas aguas decían que devolvían la salud a todos aquellos enfermos que la bebieran. Para conmemoración del hallazgo, se erige una pequeña ermita en las inmediaciones, que se concluye en 1673, y se comienza a celebrar una velada en honor a la Señora en el segundo día de Pentecostés. Esta velada se transformará paulatinamente en feria.

En el año 1790 la feria se reduce hasta las 10 de la noche por orden real, tras algunos alborotos registrados por noctámbulos. Es en el año 1803, cuando la feria se traslada en frente de la Puerta de Gallegos, para acercarla a la plaza de toros sita en el Campo de la Merced. No será hasta 1820, cuando la Feria adquiere un emplazamiento definitivo en el Campo de la Victoria (Jardines de la Victoria).

En 1890, se aprueba el cambio al 25 de mayo por petición de la Hermandad de Labradores pero es revocado al año siguiente, hasta que en el año 1905, se decide que será la fecha del 25 de mayo la que prevalezca, así hasta nuestros días.


En el año 1924, se produce la primera acometida de electricidad para ser utilizada en la feria y aparecen las primeras casetas particulares.

"...en el llano donde hoy se asientan los jardines del Duque de Rivas, se instalaban las barracas de espectáculos, las buñolerías, cerrado el marco por la larga fila de casetas de juguetes, de dulcerías y de joyas, que se extendían también por la otra acera del Paseo de la Victoria"(...)"Se decoraba vistosa y artísticamente la Puerta de Gallegos, y de noche, la iluminación menos espléndida que ahora, envolvía el paraje en un tono un tanto crepuscular y poético de noche serena y andaluza bajo el plenilunio del florido Mayo..." Jiménez Lora. El Comercio de Córdoba. 1934


"...Mañanas de mercado con sus escenas típicas de tratos, picardías y gracejo gitanos; desfile de caballos piafantes, coches enjaezados, automóviles señoriales, jinetes flamencos, amazonas tocadas con el castizo sombrero cordobés, jacas postineras de Cañero, tenduchos de trajinantes y toda la confusa algarabia del ferial, con sus imprecaciones y sus risas, sus pregones o cantares, bajo un sol deslumbrante (...) Los botijistas -forasteros llegados a la ciudad por ferrocarril en covoyes especiales denominados "trenes botijo" invaden los paseos; háblase de toros y toreros. En la aristocrática Caseta de la Amistad suena el jazzband, a cuyo ritmo las parejas bailan incansables; (...) en el fino cristal de las copas fulge la esmeralda de nuestros vinos que inyectan en las venas alegría y elocuencia; ante los ojos atónitos desfilan esculturas femeninas, luciendo los primeros trajes de verano (,,,) y por último las noches tibias y primaverales en la que la feria refulge como viva ascua de oro (...) No es aquella Córdoba plácida y serna de Séneca ni la discreta de Baroja es la ciudad hirviente, pasional y andaluza que se transforma, por arte mágico, en estos días, inyectando en sus venas el virus del vértigo y la savia de la jovialidad y la alegría..." El Comercio de Córdoba. 1935.



No sería hasta finales del siglo XX, cuando en el año 1994, la feria se trasladó definitivamente al recinto ferial de El Arenal, abandonando para siempre el lugar donde se mantuvo casi dos siglos.


Feria en la Victoria 1900


Fuente Original
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