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lunes, 6 de junio de 2016

El sentimiento de un barrio


Gabriel Lozano. La tarde era calurosa, pero luminosa y llena de vida. Naranjos y limoneros, buganvillas y geranios; olor a romero e incienso, y sobre todo un bullicio de gentes; jóvenes y mayores, niños y adultos que abarrotaban las aceras o que se paraban a contemplar los altares, que sorpresivamente para algunos, el pueblo del barrio de Cañero había dispuesto en las puertas y fachadas de sus casas para dar la bienvenida y arrodillarse ante el Corpus Christi, que en horario vespertino, había dejado atrás las puertas de la parroquia de San Vicente Ferrer.

Si, un pueblo que no quiere dejar atarás sus tradiciones seculares, y que quiere rescatarlas del olvido; unas gentes que hacen piña con su nueva y flamante Hermandad de Penitencia, de la Presentación al Pueblo; pues la procesión de la que este Domingo hemos disfrutado, los vecinos de este barrio tan singular, no hubiera tenido lugar sin la laboriosidad y el esfuerzo de los hermanos de una cofradía, que se hace grande cada día, por medio de trabajo, saber estar, y sobre todo por la manera de enraizarse con un barrio de la que es consustancial.

Mucho sabor cofrade y una infinita ilusión han caminado hoy sobre unas calles que tienen sed de vivir momentos inolvidables, gracias a una hermandad, que es de Cañero pero que también es de toda Córdoba, y a la que se antoja un futuro luminoso, como el de esta tarde.



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