Niño, en esta vida todo llega... y todo se va. No hay que buscar más explicación porque a fin de cuentas la vida es así y todos estamos de paso. Se van los miembros de juntas de gobierno en el mundo de las cofradías, así como se van los artistas más grandes de la comparsa o la chirigota. Sin ir más lejos hace unas semanas el Love nos dijo adiós.
Pero a fin de cuentas, niño, siempre nos quedará para el recuerdo su inmensa chirigota de los Puretas del Caribe, con los que casi me lleva al otro barrio al asfixiarme entre las risas provocadas mezcladas con los golpes de tos de una gripe que nunca se terminaba de curar.
Los artistas son así, niño, y hay que entenderlos. Uno quiere apurar todo el cáliz en el que plasman sus mejores virtudes, sus mayores gracias, sus más hermosos recuerdos o bien sus críticas más ácidas. Pero bien sabes tú, niño, que los cálices, incluso los más amargos, tienen un fondo. Alcemos nuestras copas y brindemos por todo lo disfrutado y porque, a fin de cuentas, la vida sigue hacia delante. Y eso ya es motivo para brindar.
Julio el Tabernero