Guillermo Rodríguez. Hay una noche en el año en la que la ciudad de San Rafael se convierte en la ciudad de San Lorenzo. Esa noche, gestada por obra y gracia de la hermandad del Calvario de la que el santo es titular, la Córdoba Cofrade se agolpa a las puertas de la parroquia que lleva su nombre para recibirlo con el honor que merece.
Sin importar el calor de este verano que en ocasiones se antoja infinito a orillas del Guadalquivir, cientos de cordobeses se dieron cita en pleno corazón de la ciudad para hacer protestación pública de su fe, que eso es exactamente lo que hacen los cofrades cuando "sacamos un santo a la calle", ni más ni menos.
A los magníficos sones de la siempre impecable Amueci, el cortejo avanzo pausadamente por las calles del barrio dejando a su paso momentos de gran belleza hasta que la madrugada hizo acto de presencia. Con la recogida en el templo fernandino concluyó una procesión, que contó con la presencia de nuestro compañero Antonio Poyato, y que paulatinamente está logrando hacerse el hueco que reclama en el calendario anual de salidas procesionales de la ciudad. Una oportunidad más para demostrar que el movimiento cofrade tiene una vitalidad a prueba de bomba.
