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miércoles, 10 de agosto de 2016

El Suspiro del Ángel: De consortes, equilibrios y pureza


Suspira el querubín moviendo el dedo de la desaprobación, a las espaldas de un templo fernandino, porque no se puede tensar la cuerda hasta romperla definitivamente, y por quienes dejaron un extremo en manos de la consorte hasta que la cuerda se convirtió en soga para cuello del ahorcado.

Suspira expectante por quienes decidieron desenvolverse sobre el alambre del equilibrio imposible queriendo mezclar el agua y el aceite, porque teta y sopa no caben en la boca y no se puede servir a dos señores ni dar a Dios lo que es de Dios y al César San Agustín.

Suspira divertido por quienes cambian el ibérico de bellota por el ibérico de cebo pensando que es oro todo lo que reluce al otro lado del puente, mientras atisba una sonrisa maliciosa esperando la contracrónica de quien babeó por la pureza de las cornetas y ahora deberá matizar su grandilocuencia con la pureza de los fliscornos, los bombardinos y las tubas.

Joaquín de Sierra i Fabra






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