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domingo, 11 de septiembre de 2016

La Nazarena protagonizó una noche histórica


Guillermo Rodríguez. La historia de las hermandades se alimenta de pequeños detalles que configuran su herencia colectiva, esa sucesión de elementos que constituyen su idiosincrasia y las tradiciones que lentamente se van construyendo a lo largo de la secuencia temporal en la que desarrollan su existencia. De cuando en cuando las corporaciones modifican las costumbres que comprenden su legado, añadiendo determinados factores que pasan a engrosar su patrimonio sentimental. Ocurrió cuando la Paz de Capuchinos, allá por los años noventa del siglo pasado, determinó separar los cultos que dedicaba a cada uno de sus titulares o cuando la Merced decidió visitar el Colodro en 1986.

Y es que la realidad de nuestras corporaciones no es en modo alguno inmutable. Muy al contrario se va adaptando a las circunstancias y adopta nuevas formas y en ocasiones cultos que se reparten a lo largo del curso cofrade. Atrás quedan los tiempos en los que el calendario de cada cofradía se reducía a la salida procesional y a un par de fechas al año. Hoy cada hermandad, salvo determinadas excepciones, dedica cultos individuales a cada uno de sus titulares, que incluyen rosarios públicos, vía crucis, besamanos o besapiés, fiestas de regla, celebraciones de titulares secundarios o Cristo Rey, de tal manera que la densidad de cultos se ha ido incrementando exponencialmente en las últimas décadas.

Una de las cofradías que ha añadido estas costumbres en los últimos años, adoptando la creencia de que nunca es excesivo el culto externo que dé muestra fehaciente y pública de la fe católica del cofrade, es la hermandad de Jesús Nazareno que desde hace unos años no limita la salida de su titular cristífero a la tarde del Jueves Santo, sino que permite disfrutar de su presencia cada Viernes de Dolores cuando recorre las calles de San Lorenzo en solemne Vía Crucis.

Ahora la Junta de Gobierno de la corporación ha querido aplicar esta máxima también a su titular mariana. De este modo, María Santísima Nazarena salió a la calle este sábado 10 de septiembre, a partir de las 20:30, para ser objeto de un Rosario Vespertino y derramar su esencia por las calles del barrio del que es insigne vecina recibiendo el cariño de sus fieles. Y lo hizo de una manera muy especial porque vistió de blanco -llevando para la ocasión su saya blanca bordada-, circunstancia que arrojó una imagen excepcional de la bellísima dolorosa que reside en el hospital del Padre Cristóbal, no tanto por inédita como por ser poco habitual contemplarla de este modo bajo el cielo de Córdoba.


No terminaron aquí los hechos excepcionales que convirtieron la cita en ineludible para cualquier cofrade, y es que María Santísima Nazarena visitó esa tarde noche histórica la Parroquia de San Lorenzo y la de San Andrés donde tuvo lugar el rezo de un Misterio. Sin lugar a dudas se trató de una jornada para la memoria plagada de imágenes desconocidas al menos para las actuales generaciones de cofrades que contó con la indeludible presencia de nuestro compañero Antonio Poyato, para ser testigo de un pedacito de historia-



















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