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viernes, 2 de septiembre de 2016

Mi luz interior: Quien mucho abarca poco aprieta


No seré yo quien les quite la ilusión a los hermanos de la Paz, nada más lejos de mi intención. Pero tal vez sería conveniente que los dirigentes de la corporación capuchina se parasen un instante a analizar detenidamente, la cantidad de frentes abiertos que tienen. De entrada tienen entre manos nada más y nada menos que una nueva casa de hermandad, un proyecto mastodóntico para cualquier corporación, aunque se trate de una de las que gozan de mayor poderío económico de cuantas existen en esta ciudad, una empresa de suficiente envergadura como para que plantearse acometer en este mismo periodo, nada menos que una coronación canónica sea un objetivo para valientes, para seres dotados de una especial capacidad empresarial y organizativa.

No es que dude de las cualidades de los dirigentes de la cofradía capuchina, nada más lejos de mi intención. Pero deben considerar que una coronación no se justifica con una solicitud, con una formación de andar por casa en la que se convoca a los hermanos periódicamente para charlas que llevan bajo título “la Biblia” ni acciones solidarias que tienen su importancia, qué duda cabe, pero que no son una obra social a la medida de lo que exige una coronación canónica.

A todo ello hay que sumar un elemento que mencionan con frecuencia algunos hermanos de la Paz y es negada por otros. La cacareada fractura social. Yo, por supuesto ni entro ni salgo. En mi opinión carece de importancia cómo se quiera denominar al hecho de muchos hermanos estén en sus casas sin querer aparecer ni por cultos ni por cabildos porque sencillamente hace mucho que dejaron de considerar Capuchinos su casa. O que muchos otros que antaño fueron hermanos, se dieran de baja por causas parecidas. Ni que cada vez que algún hermano de la Paz opina de manera negativa sobre la gestión de sus dirigentes salten como “habas tostás” muchos otros que la defienden, en más ocasiones de las deseables, con salidas de pata de banco y expresiones subidas de tono y lo que es peor, públicamente. Me tiene sin cuidado si a esto lo llaman fractura social o intercambio de pareceres. Lo que es evidente es que la junta de la Paz, con su hermano mayor a la cabeza, deberían considerar recuperar esta masa social que han perdido como su tercer gran objetivo. Y los que piensen que no existe este problema, que este domingo, cuando estén decidiendo algo tan importante como si la Virgen debe o no ser coronada canónicamente, miren a su alrededor los presentes –partidarios de la actual junta en su inmensa mayoría- y cuenten mentalmente cuántos faltan. ¿Realmente no les parece triste que ni siquiera una cuestión tan importante haya servido para que hagan acto de presencia?. A mi, desde fuera, me parece tristísimo pero el que la lleva la entiende.

Por mi parte, la única reflexión que quiero dejar encima de la mesa es que los desafíos a los que se enfrentan los que mandan en la Paz son enormes, casi inabarcables. Y quien mucho abarca, poco aprieta. A ver si por meterse con lo de la coronación no van a poder seguir adelante con lo de la casa hermandad y algún malpensado llega a creer que todo esto no es más que una excusa para dilatar el proyecto. O a ver si por abarcar las dos cosas al tiempo se hacen ambas pero a medio gas. O si, en un arrebato de genialidad, consiguen llevar a buen puerto las dos entre el aplauso del respetable pero olvidan poner todos los esfuerzos precisos para que los que se fueron vuelvan a casa algún día. Yo, desde fuera me sentaré pacientemente a esperar acontecimientos dispuesta a apludir la hazaña… o no… He dicho


Sonia Moreno







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