Eva Martín. Se abrieron los cielos y con él los corazones de Córdoba estera, y se precipitó en sus entrañas el caminar certero y profundo del Hijo de Dios y el paso infinitamente elegante de su Bendita Madre... y se transformó la tarde de otoño en primavera y las calles de la ciudad en el paraíso prometido y un penetrante olor a incienso impregnó con su fragancia cada célula del espíritu sediento de los afortunados que se dieron cita para alimentarse de su presencia. Una vez más ocurrió. el mismo Dios bajo de los Cielos para regalarnos su esencia, su verdad y su amor... y para Rescatarnos a todos de la Amargura de nuestras tribulaciones cotidianas. Una vez más Córdoba se convirtió en la Gloria misma.
