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jueves, 10 de noviembre de 2016

Así fue la saeta de Manuel Cuevas para el Gran Poder


Raquel Medina. Hay momentos, instantes que quedan en la memoria para siempre, y que sólo podrán ser borrados por la enfermedad que elimina el paso del tiempo. Sin embargo, estoy segura que la justicia divina hará que algunos no sean fulminados por completo por su sentimiento.

Esto debe pasarle a los que presenciaron un momento sublime, donde los protagonistas eran dos hombres. Los protagonistas eran la dicotomía eterna de la divinidad y lo humano. Los protagonistas era el mismo Dios y un simple hombre. Un simple hombre que, al que el mismo Dios le ha dado el don de tener una voz prodigiosa. Un voz que anima al recogimiento mientras el reza cantado. Un voz que hace que el vello se erice desde el primer momento y sólo quedes delante de Dios o su Bendita Madre.

Ya lo demostró aquel 2013 en La Campana cuando la acalló al paso de la Esperanza Macarena. La plaza enmudeció al oír su voz rezando. Eso ha pasado este fin de semana pasado cuando este ursaonense elevó su voz para cantarle una saeta al mismo Dios, al mismo Gran Poder, que era un fragmento de Rodríguez Buzón. Este momento quedará para siempre en la memoria de aquellos que los vivieron.

Foto Antonio Rendón







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