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domingo, 18 de diciembre de 2016

El Primer Besamanos de la Historia


Carlos Gómez. En la víspera del Día de la Esperanza, cuando los besamanos preñan las calles de prácticamente todas las localidades de Andalucía, con especial énfasis en la ciudad de San Fernando, queremos recuperar un interesantísimo artículo que escribiera el periodista Javier Macias hace unos años en el que narra pormenorizadamente cómo se desarrolló el que cataloga como el primer besamanos de cuantos se tiene constancia. Un evento de culto que se ha convertido en común en los tiempos que corren y que sin embargo tuvo un origen muy concreto con menos de un siglo de historia. Este es el magnífico artículo de Macías: "El Primer Besamanos de la Historia".


Mientras en Europa los sistemas democráticos temblaban con el nacimiento de los fascismos, cuando en España se asentaba la dictadura de Primo de Rivera, en San Gil tenía lugar un acontecimiento que quedó inmortalizado para la historia. Ocurrió el 18 de diciembre de 1925, festividad de la Esperanza. A los pies del altar mayor, apareció la Virgen de la Esperanza para recibir a los fieles en besamanos. En unos tiempos donde no existían ni las páginas web ni el Twitter para avisar de este hecho histórico, el boca a boca hizo que la parroquia de San Gil se abarrotara durante todo el día, «habiendo horas en las que era imposible andar», según recoge el libro de actas de la hermandad de la Macarena.

Se trataba del primer besamanos de la historia. Al igual que ocurriera cinco años antes, con motivo de la muerte de Joselito, cuando la Esperanza apareció vestida de luto, la hermandad fue pionera también en poner a su titular a la altura de los fieles para que le rindieran culto besándole las manos.

Aquel 18 de diciembre de 1925, a las 20 horas, se cerraron las puertas de San Gil pero, sorprendidos los hermanos de la Macarena, comprobaron cómo más de un millar de personas se encontraban esperando para entrar al besamanos, rogando no perderse esa estampa histórica y poder suplicarle a la Virgen Esperanza en esos tiempos de tanta necesidad. Por ello, y como siempre siendo sensibles con esos asuntos, la junta de gobierno decidió abrir una puerta para que pasasen aquellos que lo pidieran.

Al día siguiente, volvió a aparecer la Esperanza en besamanos, y de nuevo la iglesia se llenó de devotos a pesar de la intensa lluvia que caía. Toda la mañana estuvo la Macarena en besamanos, hasta que finalmente a la una de la tarde se cerraron las puertas. Por sus manos pasaron hasta diez mil personas: las más altas personalidades, como Su Alteza Real Doña Esperanza de Borbón y Orleans, junto a sus hermanas; y, también, las gentes más humildes y necesitadas de la Esperanza acudieron a besarle las manos a la Virgen. En aquel entonces, la nómina de la hermandad tenía unas mil personas. Hoy, superan las 13.000.

Una fotografía anónima inmortalizó este sencillo besamanos: desprovista de joyas de ningún tipo, sin las mariquillas de Joselito el Gallo, la Virgen con su corona hecha de retales de oro de sus vecinos… un simple damasco y pocas flores, sin cera. La Esperanza rodeada de niñas con sus calcetines altos, zapatitos y alpargatas. Una imagen costumbrista que refleja la sociedad de la época. Así fue el primer besamanos de la historia.

Tal fue el éxito obtenido, que quedó establecido para siempre el besamanos cada 18 de diciembre. Dos años después, hizo lo propio la Esperanza de Triana, y así siguieron haciéndolo el resto de hermandades de Sevilla. Hoy, 18 de diciembre, desde los más humildes a los más pudientes, la ciudad volverá a pasar a besarle las manos a la Virgen para que en la caja de Pandora sevillana, llena de calamidades, sólo quede la Esperanza.


Escrito por Javier Macías para ABCdeSevilla



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