Se irán buscando el camino verdadero, porque las veredas del camino rociero no son más que una preparación para alcanzar la Verdad, la única Verdad. Las Hermandades se echarán a los caminos, unos durarán nueve días como el de nuestra ciudad, otros tres y algunos, como el de la Hermandad Matriz, sólo una jornada.
Recorrerán parajes hermosos de girasoles y eucaliptos, convivirán mañana, tarde y noche con los hermanos, entre ascuas de candelas y rezos. Pero eso no será nada más que el reflejo de la mano de Dios. Habrá momentos que ericen la piel y hagan brotar una lágrima por las mejillas, o simplemente hagan salir de la garganta la más profunda y contagiosa risa. Ahí, también ahí, se podrá ver el amor de Dios.
Todo, absolutamente todo lo que se viva en ese peregrinar, tomadlo peregrinos como el anticipo de regalo que nos ofrecerá la Señora el Lunes de Pentecostés; en ese Bendito momento en el que ponga frente a nosotros y podamos sentir su Rocío en nuestra alma.
Ese es el verdadero camino, aquel Pastorcito Divino, que la Señora, en hombros de su Pueblo, nos ofrece cada día.
Raquel Medina Rodríguez
