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martes, 5 de agosto de 2014

La Chicotá de Nandel: Banda versus Hermandad


Todos alguna vez hemos asistido en lugar a una conversación entre un músico y un hermano, o miembro directivo de una hermandad, sobre el tema bandas vs. hermandades.

Todos también hemos visto que cada uno arrima el ascua a su sardina. Cada uno barre para casa y, por otra parte, es lo más normal del mundo, hasta necesario.


Mi pensamiento sobre ciertos temas musicales o de algunas hermandades con la música, muchas veces he tenido que callármelo. En Córdoba, como opines sobre algo, directamente eres llevado al paredón de fusilamiento si no dices “si bwana” a todo lo que las bandas o las hermandades hagan. ¡Criticas! Lo que no es en absoluto verdad.

Cuando una hermandad sale a la calle, se expone a la crítica de todo hijo de vecino. Cierto es que hay quien lo hace con más o menos cariño, o si me permiten, se puede utilizar la palabra tacto o corrección. Pero creo que están, y creo que claro que deben de estar, sujetas a la mirada crítica de todo el mundo, constructiva, claro que sí, estamos en un día festivo no solo para la hermandad, sino también para el observador y recaudador de momentos en su retina, algunos imborrables para siempre.

Lo mismo pasa con las bandas, gracias a Dios lo podemos decir en Córdoba muy alto, no tenemos aquí descerebrados que no atiendan a razones, pero se molestan a veces demasiado por comentarios, que en muchísimas ocasiones solo intentan hacer ver algo que mucha gente opina y en el que piden a la banda que escuchen, para su reflexión.

Si en la hermandad aunque sea la tuya, opinas y, tu opinión no es la general, no quieres a la hermandad. Si a una banda le dices esto o aquello, no puedes ver a la banda en cuestión. Resumiendo viene a ser esto lo que ocurre.

El otro día presencié y sufrí, directamente, la obcecación de una persona intentando convencer a otra (un músico de la Huerta de la Reina) sobre varios temas musicales y, si hubieran escuchado sus propuestas y quejas al músico, se hubieran dado cuenta que éste que es de los que eligen banda para su hermandad, presume de entendido total, pero sin saber lo que es un redoble de tambor.

Hoy me gustaría comentar un tema en los que tenía mucho empeño este hombre tan entendido; este razonamiento no es mío, se lo escuché a una persona con muchísimos años en el mundo de la música procesional, más de treinta, y gran compositor, y hoy lo comparto con vosotros porque creo que debería ser una ley de esas no escritas, las que todos comprendemos. Eso sí, tenemos que ponernos en la piel de ambos mundos, el de la banda y la hermandad, muchas veces solo unidos por unas horas y mientras dura la estación de penitencia.

Echaba en cara el miembro de la hermandad, que una vez suspendida una procesión por lluvia o por cualquier otro motivo, el contrato de la banda tendría que quedar en suspenso, ya que no habían realizado la estación de penitencia, que es para lo que habían sido contratados y, por lo tanto, ese contrato es como si no tuviera validez. 

Bien...

En primer lugar, cuando un director de una formación musical firma un contrato, lo está firmando en una localidad en la que no sabe cuál va a ser la meteorología. Pongamos el caso de que una banda de música "tuviera la suerte" de no tocar más que dos o tres días durante cinco o seis años en Semana Santa. Si se cumpliera esta norma que quería imponer dicha persona, la banda no creo que llegara a los cinco o seis años, tendría que echar el cierre al local y vender los instrumentos en algún lugar que receptaran instrumentos usados. Dicha banda, no podría subsistir.

Cuando una formación musical es contratada para ir a tocar aunque sea al rincón más alejado del mundo, se prepara con toda la profesionalidad y todo la fuerza del mundo, como si fueran a acompañar a la mejor hermandad o la más importante, lo puedo asegurar.

Esa banda, ha vestido a un número de músicos nuevos ese año, con el gasto en uniformidad correspondiente que esto supone (y ya les digo que no es nada barato vestir a un músico), a esos músicos, han tenido que dar un instrumento (solo el 10% aproximadamente de los músicos tienen instrumento propio), y eso conlleva un gasto, que la banda “ha realizado, ha invertido, podemos decir, para que los contratos en los lugares donde han sido llamados, puedan dejar satisfecho a la parte contratante, aportando todo lo que humana y, “materialmente” han podido.

He sido participe y, una hermandad de Córdoba en la que tocaba una banda de una población cordobesa puede afirmarlo, de cómo el director de dicha formación musical, aún habiendo estado más de una hora en la calle y haberse mojado hasta con granizo, nada más llegar la hermandad a la Iglesia, se negó a recoger el cheque con la cantidad convenida, instando a la hermandad a que pasado un tiempo prudencial se reunieran para llegar a un acuerdo de cobro... por menos de lo establecido en contrato.

Cada banda es libre de elegir lo que cobra o no, pero las hermandades, a mi forma de ver, no pueden negarse a hacer efectiva la suma pactada con una banda. Las bandas tienen muchos gastos, y eso las hermandades, con los que ellas tienen durante todo el año, deberían entenderlo perfectamente.

¿Si una estación de penitencia se suspende, se devuelve el dinero a los hermanos de luz? ¿Se le devuelve a los Costaleros? ¿A las mantillas? La respuesta es no.

Siendo irónico podríamos decir que si no devolvemos el dinero a nadie por algo que no se ha realizado y por lo que pagaron, pero nos ahorramos el dinero de bandas y podemos guardar la cera en su gran mayoría para el año siguiente, a algunas hermandades con lo precario de su economía les vendría de perlas.

Nunca se suelen poner las bandas en la piel de la hermandad, o al menos en un alto porcentaje de los casos, pero es que las hermandades, a veces, no es que no se pongan en el lugar de las bandas, sino que las utilizan como un mero adorno y, ese adorno señores, está alrededor de veintiocho semanas al año ensayando, únicamente, para que salgan bien las cosas el día en que la hermandad los ha contratado. Si salen bien, la hermandad habrá salido beneficiada y, les aseguro que con un poquito de cariño que les demuestren a los músicos a veces, la banda sonará mucho mejor, ya que aparte del alma y el corazón de cada día, con ese poquito de cariño, se dejarán esa cosa que los músicos solamente entendemos y, es eso que no sabe nadie cómo se llama ni se puede explicar, pero te hace dar a veces el último esfuerzo, cuando ya ni uno mismo sabría que podía.

Fernando Blancas Muñoz







Recordatorio La Chicotá de Nandel





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