Feliz año, estimado lector, le deseo que esté colmado de Amor y de Esperanza
(ya sabe usted que me tiran los “colores”…). Acaba de nacer este 2015, ni
siquiera se podría decir que hubiera llegado a la juventud. Si tuviéramos que
realizar el símil con las etapas de la vida de una persona, estaría recién
salido del vientre materno.
Precisamente hoy quiero hablarles de la juventud, de ahí el comienzo de
este artículo. Yo, que soy joven aún, percibo -en general- que la denominada
juventud cofrade está un poco desorientada, con mucho ímpetu pero sin saber
canalizarlo. La primera razón está clara… Falta de espejos en los que mirarse.
Y es que si atendemos a los ejemplos que dan muchos que han formado o forman
partes de Juntas de Gobierno o simplemente aquellos que deberían, por esencia y
experiencia, servir de modelo para los más pipiolos, es fácil comprender
ciertas actitudes de los mismos. Utilizar el mundo de la Semana Santa como un
escaparate en el que exhibirse y darse a conocer (paseando medallitas, por
ejemplo, que eso gusta mucho), tener las palabras responsabilidad y compromiso
como opcionales dentro del propio diccionario cofrade relacionado con tu
Hermandad o prestar excesiva atención a aspectos folclóricos –el mundo del
costal, las bandas…- que también forman parte de las Cofradías, pero distan
mucho de ser importantes… Son comportamientos inequívocos que pueden hacerle
una idea de lo que hablo. No existen, en general, referentes claros que los más
inexpertos puedan tomar como modelo a seguir.
Somos jóvenes, no hay que tener ninguna prisa puesto que, si así lo
queremos, tenemos el futuro asegurado. Llegar con ímpetu al seno de una
Hermandad es elogiable, pero como decía al principio, hay que saber
canalizarlo. Y, algo muy importante, saber escuchar. Hay personas que llevan en
la Hermandad muchísimos años, con gran cantidad de episodios que habrán vivido todo
ese tiempo, es probable incluso que debamos agradecerle a ellos que la Cofradía
esté como está. En definitiva, hay que estarles agradecidos y respetarles
profundamente. Si un chaval o chavala de Grupo Joven desatiende o cree saber
más que alguien con dilatada experiencia en la Hermandad… comete un craso
error, error de novato quizá. Somos nosotros, los nuevos, los que hemos de
saber adaptarnos al funcionamiento de una Hermandad, y no pretender
egoístamente que sea al contrario.
No sólo pasa en las Hermandades, también se puede observar cómo en la
sociedad en general cada vez nuestros mayores pasan a un segundo plano,
aplastados bajo la fuerte pisada pero imprecisa de los más imberbes. No es que
sea improductivo simplemente, que sería realizar una lectura excesivamente
simplista del asunto. Sino que resulta realmente triste que un “niñato” (dicho
sin la connotación peyorativa) que sólo cree saber de solos de cornetas
floreados al extremo o de chicotás del Caballo de Triana “tela de guapas”,
intente imponerse de mala manera a otros que, verdaderamente, tienen la cabeza
sobre los hombros.
Por eso, el primer mensaje que quiero lanzar en este tierno 2015 que nos
alumbra va dirigido precisamente para aquella juventud que le guste la Semana
Santa. Antes de nada, ver, escuchar, reflexionar y callar. Al fin y al cabo,
estamos recién aterrizados en este mundo, un territorio complejo que
seguramente nos supere, por lo que si pretendemos avasallar… seguramente
terminemos avasallados. Lo inteligente es saber aprender desde el respeto a los
mayores, que también se pueden equivocar, ¡obviamente! Pero hemos de saber
estar callados, esperando nuestro momento, formándonos en la fe cristiana para
saber afrontar de forma óptima las variopintas situaciones que nos
encontraremos con el gotear de los años. Acudamos a catequesis de Confirmación,
así como a otras reuniones de formación, impliquémonos con nuestra Hermandad
desde los Grupos Jóvenes… Realmente todo ello es necesario y va a ser la base
sobre la que se sustentará la fe de los miembros de toda Cofradía. Los pilares
de los grandes edificios han de ser perfectamente sólidos. El futuro es
nuestro, llegará a nosotros sin darnos cuenta, como llegó anteriormente a
otros, pero hay que saber esperarlo y adquirir experiencia vital dentro del
seno de nuestras Hermandades. Que este mundillo, repito, es muy perro…
Recordatorio Verde Esperanza: Navidad sin Dios