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jueves, 12 de febrero de 2015

Enfoque: "La iglesia que más ilumina es la que arde"


Blas Jesús Muñoz. Sería más cómodo, más plácido pensar que sencillamente se trata de un acto pueril, gamberro de un grupo aislado. Si tiran de hemeroteca, no hace demasiado justo antes de los tiempos depresivos en que nos ha tocado vivir-, esos argumentos eran los que se utilizaban para definir actos que contravienen la convivencia ciudadana.

Podríamos enfocar nuestra mirada en el sempiterno, y tan caritativo, alegato del respeto, ése que llama a no entrar al trapo, pero ¿estamos seguros de que éso es lo que hace falta? Probablemente no. Pues repasando la memoria más reciente, este tipo de actos comienzan a florecer en un jardín cada día más abonado para ello.

Me realizo una pregunta en sentido inverso. No se trata de responder a algo con otra pregunta, sino de lanzar la hipótesis para llegar a la tesis. Si en lugar de realizar esa pintada en el muro de una iglesia y, en lugar de escribir "La iglesia que más ilumina es la que arde", se hubiera realizado en la puerta de un sindicato o partido político algo que rezase de esta guisa: "el partido (y/o sindicato) que más alumbra es el que arde una noche entera como el Windsor" ¿Qué pasaría?

Al contrario del escaso y pareciera que premeditado eco que se otorga a lo primero, más si cabe tratándose no solo de un templo, sino de un monumento, con una frase así se llenaría más de un titular. Y, si me apuran, la misma pintada que se ha realizado en la Trinidad, la firman en uno de los muros de la Mezquita-Catedral... Apuesten 30 a 1 en William Hill que acaban echando la culpa a la iglesia y relacionándolo con la gestión del templo-monumento.

Poco a poco, más que al ´36 parecemos retomar la senda decadente y decimonónica que nos deparó un parón sociológico del que aun no nos hemos repuesto. Sigan pintando, mientras nosotros discutimos de nimiedades propias.











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