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domingo, 16 de agosto de 2015

El cáliz de Claudio: Las hermandades de Córdoba se rebelan


Hay momentos que se aguardan con la intensidad y la emoción que se refleja en el ojo derecho, mientras ante otros vivimos en su espera con la resignación tan estoica de una ciudad demasiado acostumbrada a la autocomplacencia de solo quejarse por su males. Se hace preciso, como casi siempre, distinguir queja de crítica, pues en la primera no hay más componente que el lamento que se consuela en sí mismo, mientras que en la segunda existe un componente de cambio, de esperanza y de un dolor más profundo que en la primera.

Tenemos -queramos verlo o no-, la práctica certeza de que la segunda puerta no se abrirá. Es como una enfermedad crónica donde el enfermo sabe que, a cada pequeña mejoría, habrá males que se aparezcan como nuevos para no permitirle la libertad que necesita para obtener un alta que lo capacite para comenzar de nuevo, libre de ataduras.

Tenemos la sensación, el rumor de que a cada pequeño triunfo, una nueva traba se enmarañará como la luz que proyecta la famosa celosía de De La-Hoz. Una puerta y un coautor que son, a estas alturas, más famosos que Abderramán. Y ello da una muestra del calado del asunto. Se defiende una pieza moderna situándola al nivel del resto de la edificación. El argumento de la calidad es la excusa ¡Pero es una puerta! No importa. Como tampoco que una parte del muro tenga celosías y los arcos de la otra estén tapiados porque eso es lo que toca o así no los pretenden vender, los defensores de la luz especial que otorgan las puertas, los cuales no se explican como Alhakén II no llamó a un tatarabuelo del arquitecto para que le iluminase la casa en la ciudad de las tres culturas.

El otro rumor, la gran posibilidad que nadie se atreve a lanzar es un acuerdo global y decidido de las cofradías y, más allá de puertas y de sillas y palcos, caminar todas hacia la Catedral. Sin pasar por las Tendiĺlas, renunciando a la recaudación y demostrando lo que verdaderamente es importante. No sólo sería un gesto que dotaría de significado a las diversas estaciones de penitencia. No sólo. Sería una demostración de unidad, de voluntad, de criterio y una posición de fuerza ante tanto ataque. No pasará, pero a más de uno se le formaría un nudo en la garganta.

Blas Jesús Muñoz









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