Blas Jesús Muñoz. La truncada salida extraordinaria de la Hermandad de la Esperanza ha dejado momentos de intensa emoción y, por qué no decirlo, tristeza entre muchos de sus cofrades. Si bien, también ha habido alguna escena que, hace apenas unas semanas, hubiera sido impensable.
Así las cosas, la primera edil de la ciudad se desplazaba hasta San Andrés para entregar la medalla de oro a la Virgen de los gitanos. Hecho que no deja de ser significativo si tenemos en cuenta que, como ya hemos venido informando, desde Capitulares no eran proclives a que dicha imagen se produjese.
Una vez tomada la decisión, ambas partes (gobierno municipal y representantes de la Hermandad) parecen haber olvidado los desamores y se han abrazado fraternalmente. De tal manera que, en el interior de la Iglesia de San Andrés, en una levantá ordenada por el capataz del Palio Rafael Ramírez Galvín, Isabel Ambrosio ha sido quien ha tomado el llamador para que los costaleros levantarán el paso.
Un gesto sumamente simbólico que entra en contradicción con las declaraciones acerca de las hermandades de estos últimos meses por parte del gobierno municipal y que, tras pedir disculpas por parte de la primera edil y su Segundo Teniente de Alcalde, posteriormente se volvieron a reproducir a cuentas de la limpieza del busto en honor a Antonio Gómez Aguilar, por parte del concejal socialista, Emilio Aumente.
Un supuesto cambio de rumbo que choca con los conceptos de aconfesionalidad y laicidad que postulan los dirigentes municipales y sobre el que los socios de gobierno de la Alcaldesa tendrán, no les quepa duda, la última palabra.
Recordatorio El cáliz de Claudio: Eres más que la Esperanza