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domingo, 1 de noviembre de 2015

El viejo costal: Decadencia, declive de mi Semana Santa


Desde mi más tierna edad, nunca pude entender, como una Hermandad o Cofradía con siglos de antigüedad atesorando alrededor de ella personas solo tenga un número de hermanos ínfimo.

En líneas generales, todos o casi todos estaremos de acuerdo en que las cosas se están haciendo de manera medianamente acertada, y que todas o casi todas las Juntas de Gobierno están poniendo más acierto en los momentos de salir a la calle.

Estaremos de acuerdo en que salvo algunas excepciones, el público sabe lo que está viendo, mostrando el respeto necesario a la advocación que delante tiene, solo existe un grupo creo que reducido que mira los pasos como el que mira la cabalgata de la batalla de las flores; abandonando su religiosidad, perdiendo y rechazando su “cofradismo”.

Cada día echo de menos los comentarios de los que piensan y miran el conjunto, todo a la vez, música, vestimenta, cera, nazarenos, guión, orden, o desorden, mantillas, candelería, etc.. 

Ese todo, ese conjunto que hace peculiar y firma con estilo la forma de saber estar de una Hermandad en la calle, lo que la hace distinta a todas las demás; Ya lo decía mi amigo D. Ramón, el cofrade es el más meticuloso de todos los artistas, no dejando nada al azar, todo controlado a extremos inusitados, haciendo que su hermandad, por esto, sea peculiar y única.

Peculiaridades desafortunadas, he notado este mes, donde por estar de luto, alguna titular aparenta ser Morticia Addams, o celebrar Halloween, más que ser Reina, la simpleza torpe avanza a pasos agigantados; si no lo creen visiten las imágenes de nuestra ciudad, y entre muchas preciosidades verán a lo que me refiero.

No hablo de la simpleza de quien puso una rosa bajo la mano del Cristo yacente del paso de Santa Marta, ni una merenga ensartada en los dedos de uno de los ángeles que custodian el templete de Nuestra Señora del Socorro, ni de tantas otras simplezas magnificas, no, hablo de lo simple de la labor de algún vestidor, que debería dedicarse de lleno a la fotografía, no como modelo, si no como fotógrafo, por que viendo mucho, terminaría aprendiendo algo de su oficio.

Es verdad que solo buscan la salida procesional constante, y así casi todo está bien, es verdad que la crítica se está perdiendo, y el respeto a lo que tenemos entre manos, ya he presenciado como al paso de alguna advocación, gente, gente joven, permanece sentados en sus sillas, mirando impertérritos como el que mira un cuadro en un museo, sin denotar hacia los demás el respeto que cualquier paso nos merece en la calle.

Otras veces por decisiones de los que mandan, cambiando recorridos, horarios, ahora bajando a la catedral todos, ¿pero es que no se dan cuenta de lo importante que es mantener en los desfiles procesionales a los grupos de niños?; niños que hagan el recorrido total junto a sus mayores, que mañana serán ellos los mayores, cosa que va a dejar de pasar, ya que las dificultades para los niños son muchas, más horas, más distancia, etc. 

¿Es que nadie se ha fijado en las dificultades innecesarias del acceso a nuestra Mezquita–Catedral?, no tan solo que no tiene puertas suficientes, que lo que no tiene son calles en su entorno para acceder holgadamente y con orden.

¿Esto no hará que baje el número de hermanos?, No lo cree casi nadie, pero si alguna Hermandad de las que en su día fueron pioneras en bajar a la catedral, se hubiesen mantenido en sus trece, serian los que saldrían en la actualidad, eso, 13 ó 14.

¿Cómo es posible que atesorando Hermanos durante siglos solo se disponga de algún ciento en el desfile?, tendremos que esforzarnos en aprender que detrás del costal viene el cirio, que con el cirio de papá, viene el de mamá, que los hijos tienen que participar, de canastillas, incensarios,  acólitos, o nazarenos; Y así los hijos de los hijos.

Pero por favor, que no venga nadie, y disponer a golpe de dedo como le gusta su guión, determinando quienes son merecedores de tal o cual sitio; que no, que para crear tradición el secreto es muy simple, siempre repetir lo mismo, hasta el infinito, no cambiar las antigüedad, no cambiar por el cambio, ni recorrido, ni estilo musical, ni flores, ni la altura de la cera, ni los colores de las ropas de los Titulares, ni dejar que niños o niñas determinen quien y donde han de ir.

Si, es sencillo, solo hay que hacer que lo mismo se repita hasta el infinito; solo cambiar lo que no funciona y solo cuando sea necesario, no dejando cada uno de los que manden pasen dejando “su meadita” como firma de la casa, queriendo que la misma prevalezca en el tiempo.

Si lo cambian pasa algo curioso, el que viene detrás también lo cambia, y cambiando, cambiando, todo es distinto cada año, y damos espectáculo, y algunos lo miran como la cabalgata de carnaval, no haciendo la labor fundamental de nuestros pasos en la calle, catequesis visual, donde nuestras advocaciones expliquen al pueblo, su catequesis peculiar, la verdadera pasión, muerte y resurrección de Jesús, hijo de María Virgen.

Simple, ¿no?, solo eso y nada más, en conjunto, siempre igual, sin espectaculares cambios de estilo, ni de tradiciones, así sumaremos hermanos, y dejaremos de restar, esto hasta un ciego puede entenderlo, aunque no lo vea.

Antonio Alcántara











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