Era D. Tomás Egea Egea, un orondo director de un colegio público, concretamente el Colegio Ferroviario, si, el que está en la Plaza Colón. Cada día, durante décadas a las 08:30 estaba en la puerta de su colegio, y a todos y a cada uno de sus alumnos nos recibía con un apretón de manos y unos buenos días.
Esta tarea diaria se repetía también a la salida, no era fácil ni leve, ya que en esas fechas asistían a este centro más de 300 alumnos, y todos recibían como “adultos” el cordial apretón de manos y su correspondiente “buenos días”, y a veces una disertación sobre conducta, modales o forma de vestir.
Este señor fue todo un personaje de nuestra ciudad, por esta y otras cosas. Tomaba chocolate con pastas todas las tardes, tocaba un piano vertical, en el salón de su casa con la ayuda de los alumnos castigados por mal comportamiento. Estábamos obligados a pasarles las hojas de la partitura, digo estábamos, por haber pasado junto a ese piano alguna que otra tarde, lenta, espesa, infinitamente larga, ya que solo nos permitía el leve movimiento de pasar las páginas de la partitura, además de estar obligados a tomar la merienda con la agradable compañía de sus cuatro hermanas junto a D. Tomás, participando de la “amena” charla de tan singular grupo de octogenarios, todos podéis imaginar.
Tenía D. Tomás un silbato, un silbato de los de afinar instrumentos musicales, al sonar daba la nota “fa”, era mágico, o al menos a mi me lo parecía y aún me lo parece, ya que D. Tomás si lo tomaba en su mano, y en cualquier pasillo del colegio lo tocaba, todo el colegio, por una magia incompresible, guardaba un sepulcral silencio, so pena de pasar una tarde, escuchando música de piano y disfrutando de una buena conversación.
D. Tomás recibió al final de los años 70, del siglo pasado, un preciado premio a la enseñanza, fue noticia que vagamente recuerdo, apareció en todos los periódicos nacionales.
D. Tomás contaba en sus disertaciones una anécdota peculiar, que en estos días, me han obligado a recordar con la lectura de la prensa, algunos padres al entregarle a sus hijos a la custodia y educación del centro, le decían: “enséñele usted legua y matemáticas, para que nadie los engañe”…Y D. Tomás se veía obligado a contestarle “Bien, le vamos a enseñar Matemáticas y Lengua, para que no los engañe nadie, pero también le voy a enseñar Religión para, que él, no engañe tampoco a nadie…”
Religiones en España en la actualidad y al menos que yo recuerde, con la creación de la libertad religiosa, podemos ejercer la Católica, Evangelista, Judía e Islámica, al menos de las monoteístas.
Podemos ejercitarnos en cualquiera de ellas gracias a una cosa que se llama la libertad religiosa, la libertad religiosa no es una creación de la religión, es una creación laica, para poder elegir entre alguna de ellas o ninguna.
Ahora los laicos piden que no forme parte de la educación de nuestras generaciones venideras la religión, sea la que sea, pues se están cargando un invento suyo, se cargan la libertad religiosa, en dictatorial determinación, ya no tendremos religión en las escuelas, ni la posibilidad de elegir.
Aprenderán Matemáticas y Lengua, y no les engañaran, ¿pero será que los actuales políticos, nos están engañando a nosotros?, ¡Un momento!, me parece que ha sonado el silbato de D. Tomás, ¡silencio, no te muevas!, que si nos coge hablando de esto, pasaremos una tarde tranquila, tomando chocolate con pastas hablando con sus hermanas y escuchando buena música de piano.
Antonio Alcántara