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sábado, 7 de noviembre de 2015

Enfoque: Es gratis reírse de la Virgen


Blas Jesús Muñoz. Lo hemos visto visto con demasiados ejemplos. Demasiadas risas a costa de los cofrades o de la gente de fe. Personas con unas creencias y convicciones profundas que en nada afectan a la vida en sociedad del no creyente y que, por tanto, deberían encontrar una analogía de respeto, como mínimo.

Un portavoz de un grupo político los llamaba muñecos mientras era o había sido miembro de una hermandad afamada por su exquisitez. Una actriz de talla mundial se disfrazada o la disfrazaban de Dolorosa y, ahora, una modelo, en versión local y castiza cordobesa, la imita para convertirse en una de las imágenes comerciales de una discoteca.

Habrá a quien le sea indiferente, e incluso, quien lo disfruté como el que compró la revista El Jueves cuando caricaturizaba a un Cristo malagueño. Pero a mi me hiere, tanto o más como cuando veo a nazarenos haciéndose selfies o a capataces muriendo (en sentido figurado) por tocar un martillo o a quien por coger la vara de mando en una cofradía es capaz de de traicionar al que llamaba hermano.

Lo refiero porque nosotros probablemente seamos nuestros peores enemigos. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que cuando me tiró a la acera a ver una imagen para mi es sagrada y veo en ella la trascendencia que da sentido a mi vida, la esperanza de futuro de mi hijo y la conciencia de que, por suerte, creo en una justicia que, por divina, arrasará con los males de un mundo que no entiendo.

Yo no me reiría jamás de la Virgen y, mucho menos, vanalizaría las creencias de nadie.







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