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lunes, 30 de noviembre de 2015

Lo que perdería Córdoba si gobierna Podemos


Blas Jesús Muñoz. No tiene una lectura sencilla ni simplista la situación socio-política actual. Máxime cuando, desde su origen hasta la fecha, los actores mae han ido sucediendo y añadiendo. De hecho, la Catedral de Córdoba se ha convertido en uno de los emblemas de esta "lucha" que ya no se conforma con una gestión compartida y, bajo el discurso "político" (de la solución a los problemas tangibles no se habla con igual exactitud), se esconde la idea de la izquierda decimonónica que encontró en la expropiación el paradigma de la Revolución Francesa.

Podemos (quizá en este sentido, más práctico y directo que Izquierda Unida y el Partido Socialista, sumando fuerzas) parece tener una idea clara que se basa, precisamente, en acariciar la expropiación como herramienta útil que contesté a parte de su electorado. Una parte minoritaria (como los partidos de izquierdas por sí mismos, en particular), pero a la postre ruidosa.

"Recuperar" la propiedad de monumentos que nunca, o durante un breve lapso de tiempo, fueron del Estado (cabe recordar que gobernado por monarcas medievales, totalitarios o absolutos) esconde en su mensaje la expropiación, bajo el uso de eufemismos amparados dentro de un programa electoral que, ahora, retoma el pulso de cuanto les hemos venido narrando en Gente de Paz durante estos últimos meses, a cuenta de templos como la Catedral de Córdoba, la de Jaca, la Giralda o la tumba de Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena.

El mapa electoral que dejé tras de sí el 20-D dictará una sentencia que, en el sentido que sea, dictaminará los próximos cuatro años. En Córdoba habremos de estar muy atentos, en función del resultado, tanto de lo que acontezca en torno a la Catedral como de lo que, por definición, de venga a las cofradías.






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