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sábado, 19 de diciembre de 2015

Candelabro de cola: ¡Paparruchas!


Parecía todo demasiado bello para ser cierto. Aunque bastante más tarde de lo que los más negativos podían estimar, finalmente parece ser que los impedimentos y las trabas a la Estación de Penitencia de todas las Cofradías en la Catedral se ha venido a poner de manifiesto en los últimos días. Escucha alguno excusas de todo tipo: que si yo ya me sacrifico mucho, que si somos muchos nazarenos los que componemos el cortejo, que hay cinco Cofradías además de nosotros y es un follón ponerse de acuerdo, que si saldré muy pronto, que si llegaré muy tarde, que voy a tener que salir cuando todavía haya rayos de sol, que vamos a dar mucha vuelta… En definitiva, la inmensa mayoría de argumentos esgrimidos para no ir a la Catedral son, en la inmensa mayoría de los casos, paparruchas, que diría Ebenezer Scrooge, protagonista de Cuento de Navidad. Hasta la presente solo encuentro excepción a un argumento: el paso no cabe. No obstante hasta en este caso el mismo viene a ser subsanable, como la admirable Cofradía de la Cena ha venido a poner de manifiesto.

Al parecer, hasta hace dos meses, la mayoría de los cortejos de las Hermandades cordobesas estaban en su mayoría conformados por hombres y mujeres adultos. En cambio ahora se han debido dar de alta tantos y tantos niños que las juntas de gobierno se han asustado y han pensado que quizá los niños no aguanten itinerarios tan extensos en la mayoría de los casos. Perdónenme que les rebata el argumento de nuevo con otro ejemplo. Si hay una Hermandad que pone niños en la calle es el Prendimiento cada Martes Santo. Y, por lo que he podido comprobar con mis propios ojos, aunque evidentemente no es el mismo número de nazarenos el que llega al Santuario de María Auxiliadora del que salió, en ningún caso creo que se pueda afirmar que los Titulares de la Cofradía salesiana lleguen sin cortejo a su sede canónica.

Por nuestra parte identificamos dos inconvenientes capitales al propósito de que todas las Hermandades realicen Estación de Penitencia en la Catedral en el próximo 2016 teniendo, además, que realizar el tránsito obligado por una carrera oficial alejada del primer templo de la ciudad. Conste, de antemano, que el propósito no es sencillo: no lo es porque, a la dificultad evidente que surge de intentar conciliar entradas y salidas en dos puntos de paso obligado distantes entre sí, negociar para dejar conformes a todos es harto complicado. Erradicar a la hora de sentarse a la mesa a negociar el absurdo orgullo y el egoísmo de muchas corporaciones se plantea, quizá, como el gran caballo de batalla. Hay Hermandades dirigida por personas incapaces de acometer determinados esfuerzos y que, en pago del pequeño sacrificio que las mismas están dispuestas a realizar, desean además que les regalen los oídos creyéndose acreedoras de todo tipo de loas y reconocimientos a fin de quedar, en la foto final, como las grandes reconocidas. ¡Qué difícil es tratar con gente así en la dirección de nuestras Hermandades! 

El segundo problema, el que aún muchos se empecinan en no querer ver, es que la mayoría de nuestras Cofradías no saben andar en la calle. De manera absurda vemos continuamente cortejos nazarenos que andan 20 metros, paran 15 minutos y después avanzan otros 20 metros. Y eso sin Cofradías delante. Observen el caso de algunas de nuestras corporaciones que, en los últimos años, han adelantado notablemente sus salidas para hacer Estación de Penitencia en la Catedral antes de transitar por carrera oficial. Incomprensibles resultan algunas salidas tan tempranas para después ver cómo los pasos se comen, en sentido literal, sus respectivos cortejos nazarenos. ¿Merece la pena? Yo creo que no. Algunos de los itinerarios de nuestras Hermandades se podrían hacer perfectamente en muchísimo menos tiempo que el que las mismas emplean en la actualidad.

Lo más curioso es que, para este determinado año, muchos dirigentes cofrades quieren ver inconvenientes más allá de donde los hay y plantean preocupaciones que ciertamente causan estupor. Parece que la preocupación por los cortejos y por la duración de las salidas procesionales nos apabullan, cuando algunos no tuvieron duda alguna en hacer auténticas barbaridades con los integrantes de sus Hermandades en el Vía Crucis Magno de la Fe y en alguna que otra extraordinaria. Ahora, curiosamente, todo se torna y se genera (léase inventa) un gran problema. Problema que se pretende  solucionar con extravagancias y ridiculeces como la de “aparcar” los pasos en el Patio de los Naranjos mientras los nazarenos de turno entran en la Catedral. Francamente, para ese viaje no hacen falta alforjas. Háganse a ustedes mismos y, de paso, a nuestra Semana Santa un favor: ¡Déjense de paparruchas y hagan esfuerzos para no hacer el ridículo en público o, al menos, para intentar aparentar ser menos necios de lo que en realidad son!

Marcos Fernán Caballero









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