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jueves, 11 de agosto de 2016

Aspectos a mejorar la próxima Semana Santa


Guillermo Rodríguez. Cada año, cuando la Semana Santa alcanza su ocaso, proliferan por doquier diversas crónicas que relacionan más o menos pormenorizadamente, los elementos que, a juicio subjetivo de quienes suscriben, han gozado de mayor relevancia. Unos elementos que contienen cuestiones valoradas en positivo y en ocasiones aspectos que el redactor entiende que son manifiestamente mejorables a fin de que la autoridad competente en casa caso tome las decisiones oportunas, si lo estima conveniente.

Es cierto que generalmente estas opiniones se enuncian, permítanme la expresión, con el muerto sobre la mesa, y que por ende los sujetos decisores suelen adoptar al respecto la actitud políticamente correcta de no tomar decisiones en caliente. Por ello, no viene mal, cuando han pasado ya unos meses y se atisba en el horizonte un nuevo curso cofrade, realizar un pequeño repaso de aquellas cuestiones que, reitero una vez más, a juicio de quien suscribe, deberían ser subsanadas en aras de mejorar un ente vivo que es patrimonio de todos los cordobeses, solucionando errores y modificando lo que deba ser modificado, incluyendo la sustitución de personas si es preciso.

La incompleta Semana Santa de 2016 ha pasado a la historia de las cofradías cordobesas como una de las que han padecido un clima más cruento de cuantas se recuerdan en las últimas décadas. Es cierto que la concurrencia de días lluviosos ha sido incluso superior otros años pero la virulencia de la tromba sufrida a medio día del Domingo de Ramos fue excepcional. Es obvio que el clima no está entre los asuntos mejorables por el ser humano, pero si la actitud ante dicha contingencia. Frente a la actitud responsable y madura de hermandades como Esperanza, Rescatado y Penas de Santiago suspendiendo sus salidas procesionales, menos acertados estuvieron los dirigentes de la Entrada Triunfal, el Cerro y el Huerto, si bien es cierto que en los dos primeros casos se supo mantener la compostura. Lo realizado por la corporación de San Francisco en cambio sigue sin tener explicación, por más que pase el tiempo, y debe ser recordado para que jamás se vuelva a repetir. Con el paso del Amarrado aún sin entrar en Carrera Oficial y el palio de la Candelaria aún en plena calle de la Feria comenzó a llover, para sorpresa de muchos que habían vaticinado que lo peor ya había pasado. Y para sorpresa de muchos más, en lugar de hacer volver a casa al segundo y tercer paso de la cofradía, resguardando al Huerto en el Góngora, el cortejo comenzó avanzando inexplicablemente hasta alcanzar el refugio, por decir algo, habilitado al efecto. Con todo, aún más inexplicable fue que lejos de suspender ahí la procesión se hiciera regresar a la cofradía bajando Alfonso XIII, bajo una lluvia inmisericorde que soportaron estoicamente los miembros del cortejo, a los que habrías que hacerles un monumento, y que sufrieron los pasos. Que sepa aún no ha habido dimisiones ni destituciones para completar el círculo de lo inexplicable.

En relación a lo ocurrido el Lunes Santo, de absolutamente comprensible puede entenderse la precaución demostrada por todas las hermandades que decidieron quedarse en casa, aprovechando para destacar, una vez más, la incompetencia de quienes año tras año no dan pie con bola con los pronósticos meteorológicos. Su ineptitud a la hora de concretar que no caería ni una gota desde el chaparrón que cayó a la hora en que la Merced tuvo que suspender provocó la lógica reacción conservadora del resto de las juntas de gobierno. Cero absoluto para Aemet y para todos los demás, incapaces no ya para acertar con un día de antelación sino ni siquiera de hacerlo en un horizonte de unas pocas horas. Y cero absoluto también para quienes se escudaron en una inestabilidad, que ya no existía al día siguiente, para suspender la estación de penitencia ocultando las verdades del barquero.

Otros elementos negativos lamentablemente se vienen reiterando a pesar de ser destacados como manifiestamente mejorables año tras año. Las cofradías en general, siguen caminando de manera exageradamente lenta. Es incomprensible que corporaciones con 300 nazarenos tarden 50 minutos en pasar por un punto, hecho este que alimentado por la habitual y estéticamente espantosa separación de los integrantes de los cortejos, convierte en insufrible ver a la mayor parte de las cofradías cordobesas. Todo un ejercicio de paciencia infinita.

La imagen de costaleros entorpeciendo el paso de varios cortejos es otro elemento que por reiterativo no deja de ser reprochable o la concurrencia de acólitos cubiertos en virtud de una defensa de una presunta tradición que cae por su propio peso, por no hablar del acólito de la Hermandad del Resucitado que realizó gran parte de la procesión con gafas de sol sin que, al parecer, nadie reparase en el detalle. Lo mismo ocurre con la preparación de ciertos responsables de poner a las cofradías en la calle, que se reduce a la mínima expresión. No se entiende que algunos diputados o celadores se empeñen sistemáticamente en darle un espacio de 50 o 100 metros a un paso para que pueda andar, circunstancia absolutamente innecesaria y que es muestra más que evidente del desconocimiento que atesoran muchos de ellos. En este sentido no estaría de más que quienes tienen la responsabilidad de hacer caminar a un cortejo, al menos en sus últimos tramos, tuviesen cierta idea de cómo anda una cuadrilla, de tal modo que sepan anteponerse a las potenciales contingencias y supiesen, por ejemplo, que cuando llega un giro, si se deja un espacio relativamente importante, es muy probable que el paso quede colgado, hecho que ocurre con una sorprendente frecuencia en el palquillo de entrada en Carrera Oficial dejando una imagen difícil de entender por repetirse hasta la saciedad salvo honrosas excepciones. Inexplicables en este sentido cortes llamativos como los reiterados de la Paz (el Señor anduvo prácticamente solo todos los Jardines de la Merced con los diputados tirando del cortejo hacia adelante) o el que se produjo en la entrada en Carrera Oficial de Expiración.

Muy desafortunada la cuadrilla de la Piedad de las Palmeras en Claudio Marcelo, desconocemos si se repitió en otros puntos del recorrido, al igual que el caminar del palio de la Caridad que llamó la atención de propios y extraños por un movimiento singular que en nada se asemeja a la estética clásica de ese palio de cajón y que sorprendió de forma muy negativa.

Es completamente reprobable la ausencia de la máxima representante de todos, repetimos de todos los cordobeses, que debía estar donde le correspondía cuando le correspondía y que en absoluto puede ser paliada por la concurrencia de un segundo espada y con una presencia testimonial a última hora y cuando menos gente te ve. Los retrasos producidos derivados del experimento de la Catedral pueden ser asumidos de manera excepcional pero deben ser abordados con urgencia si se pretende otorgar continuidad al paso de todas las cofradías por el mayor templo de la Diócesis, con casos extraordinariamente llamativos como la tardísima hora en que llegó a casa la Paz y el retraso exagerado de las Angustias que provocó el cambio de itinerario sobre la marcha de la Buena Muerte y su insólita ausencia por Carrera Oficial. El hecho de que la Carrera Oficial a su paso suela estar prácticamente vacía, no resta ni un ápice a la cuestión de que es algo que no debe jamás volverse a repetir.

En suma, un buen número de aspectos a mejorar enunciados desde un punto de vista esencialmente subjetivo, como no puede ser de otro modo, con el ánimo de que alguien tome cartas en el asunto y se subsane aquello que sea susceptible de mejora por el bien de la Córdoba Cofrade. A fin de cuentas este es el objetivo de la crítica constructiva, por más que algunos se empeñen en no comprenderlo.




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