Los sucesos , las noticias, los acontecimientos, no paran de surgir y morir; eslabones de una cadena de experiencias vividas de los que se compone la existencia. Algunos buenos y otros malos, como no puede ser de otra forma. De todo éllo saca la persona, el cristiano, conclusiones sobre el mundo que le rodea, y las circunstancias que lo limitan, y aveces tratan de esclavizarle. Pero éso no es más que la historia del ser humano, su búsqueda de la Verdad que lo haga libre.
Y fíjese bien que hemos dicho la Verdad, no una entre muchas. Porque el cofrade, el cristiano, sabe que sólo se puede encontrar esa libertad en el mensaje evangélico, y las enseñanzas de Nuestro Salvador Jesucristo. Seguir esas enseñanzas y ese mensaje a través de los siglos y los pueblos ha tenido diversos carismas y formas. Los pueblos de las Españas, y singularmente el andaluz ha sentido una profunda devoción por la belleza que emana del mensaje, lo ha hecho suyo, elaborándolo y dando culto a distintas advocaciones e imágenes; tanto del Cristo, como de su excelsa Madre; La Belleza, La Verdad, y la Libertad para esa forma de ver la vida han sido un todo, en el que por supuesto no falta la visión trágica de un barroquismo exultante. Y es que el Hijo del Hombre tuvo que sufrir la Pasión para Resucitar entre los muertos
Todo esto, no deja de ser un relato que sabemos bien no es consustancial a la sociedad que nos rodea, el cristiano cada vez tiene más problemas a la hora de expresar libremente su sentimiento, y dar testimonio del Evangelio. Sin embargo el Cristiano, un ciudadano más, debe exigir que los poderes públicos, aquellos que incluso son más contrarios a nuestra forma de ser, velen por nuestra libertad religiosa. Un día si y otro también nos encontramos con noticias, eso si en espacios minúsculos, que hablan de robos en iglesias, sacrilegios, destrucción de imágenes, incluso mal trato a sacerdotes o fieles por el simple hecho de confesar la Fe
Soy de los que piensan, sin embargo, que estado de cosas no es circunstancial, sino que obedece a una lógica. La modernidad, y su hija más espuria y demencial la posmodernidad, se han hecho contra el catolicismo en buena medida. Por eso las manifestaciones cofrades molestan en sectores más concienciados y militantes de ese modernismo laicista y anticristiano. Una Salida Extraordinaria como la que pudimos vivir y gozar el pasado día 1, en la ciudad de Gongora, es toda una manifestación de rechazo a la antropología e ideología modernista. El dar culto a una imagen, con expresiones que buscan la belleza en los vestidos, la música, todo eso que transmite una rica variedad de matices plásticos es inasumible para quienes han hecho del feismo en el Arte el canon de nuestro tiempo. Pero aún más grave, cuando el pueblo cristiano manifiesta que esa imagen, a la que sigue, es una representación de una única Verdad, el hombre laicista se rebela, porque él piensa que hay muchas verdades, lo que es decir que no hay ninguna. Dos filosofías contrapuestas y enfrentadas. Pero también hay un sentimiento por supuesto irracional; el cofrade no busca la comodidad, ni el pago por unos servicios, ni un placer efímero. Todo ello para los eruditos racionalistas es inconcebible, y medieval en su esencia; Desde pequeño se nos trata de socializar en el lucro, el éxito, y el placer consumista, mientras que el hombre o la mujer que armado con un cirio sigue a su “Cristo” trata de trascender y de dar; dar a sus hermanos y a Dios.
El mundo cofrade sigue siendo muy necesario, tal vez como contrapeso a muchas insensateces que vemos y oímos, pero ni siquiera las Procesiones u otras manifestaciones exteriores son lo más importante; cuando en una cofradía los hermanos empiezan una reunión atreviéndose a repetir las palabras que el propio Redentor nos enseñó eso tiene un significado tan especial y hondo que todo lo demás queda en un segundo plano. Es por eso que quizás hombres buenos, y nobles, se sigan presentando a puestos de servicio en cofradías y hermandades, hombres necesarios que están dispuestos a conservar un legado de Verdad y Libertad
Seguirá...
Gabriel Lozano
Foto Antonio Poyato