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domingo, 25 de diciembre de 2016

La Misericordia cumple con una hermosa tradición que se cumple cada Nochebuena


Carlos Gómez. Tal y como se ha encargado de recordar la corporación de la Basílica de San Pedro, a través de sus medios oficiales de información, cada 24 de diciembre, materializando una hermosa costumbre convertida en tradición, miembros de la Hermandad de la Misericordia acuden puntualmente al Convento de Marta para hacer entrega a las hermanas que allí habitan de un donativo con el fin de hacer más llevadera la vida contemplativa que desarrollan. Una ayuda que se repite en otros momentos del año, pero que habida cuenta de la fecha en que esta se produce, adquiere un especial significado. Así ha vuelto a ocurrir esta pasada Nochebuena.

La vinculación entre la hermandad del Miércoles Santo con Santa Marta trasciende a la mera vecindad y goza de una relevancia capital derivada de una historia común, no en vano fue el hogar del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas durante más de doce años, a consecuencia del cierre de San Pedro en 1985, lo que obligó a la junta de gobierno que por aquél entonces presidía Miguel  Melguizo Gómez, hermano mayor entre 1982 y 1986.

El 8 de mayo de 1985, ambas imágenes fueron trasladadas a la ermita de San José, que se halla en la Plaza de la Magdalena, que al tener la característica de ser privada, impedía la celebración de cultos públicos, como bien explica la propia hermandad en su página web. Por esta razón los rectores de la corporación tomaron la determinación de trasladar al crucificado y a la dolorosa al Convento de Santa Marta, a donde llegaron el 5 de octubre del mismo año y donde permanecieron hasta el Viernes de Dolores, 3 de abril, de 1998, fecha en la por fin pudieron regresar a San Pedro después de un largo periodo de ausencia.

Esta estrecha vinculación se ha perpetuado en el tiempo, merced a aquella maravillosa etapa de convivencia, que ha ido alimentándose con el paso del tiempo con hermosos gestos, como el que año tras año la hermandad de la Misericordia tiene con quienes fueron sus anfitrionas, poniendo de este modo en valor un trocito de dos historias que quedaron entrelazadas para siempre.


Foto Álvaro Córdoba y Hermandad de la Misericordia




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