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martes, 6 de agosto de 2013

Sevilla fiel a la cita con su Patrona, la Virgen de los Reyes

Pasan los años, pasan los siglos, pasan las generaciones, la ciudad va cambiando con los acordes del tiempo, todos pasamos pero la Virgen de los Reyes permanece inalterable.

Cuando apenas han pasado tres meses de haber tenido en la calle a la Patrona de Sevilla y la Archidiócesis, la Virgen de los Reyes por la celebración del año de la Fe, una de la grandes devociones que traspasa las fronteras de la capital, vuelve a descender su camarín, ayudadas por las Hermanas de la Cruz y tender sus manos de nuevo a Sevilla.

Son las manos de Sevilla, desgastadas a lo largo de los siglos por los besos de nuestros antecesores, abuelos, padres hasta llegar a nosotros después de inculcarnos su significado de lo que haremos lo propio con nuestros hijos como la tradición manda en esta Mariana ciudad.

Es la Virgen de los sevillanos, con esos ojos pintados egipcios y esa sonrisa que entiende a todo el que pasa por delante de Ella, haciendo formar ese rostro una gran cantidad de relatos a lo largo del tiempo.


Agosto, el mes de la Virgen de los Reyes. El canónigo, Capellán Real y Párroco del Sagrario, Adolfo Petit, iniciaba los cultos con el primero de los Besamanos elevando el rezo de la Salve.

Finalizado, los sevillanos pasaban a venerar a su Patrona, manteniendo un rato de oración en los bancos de la Capilla Real donde cada hora se rezaba el Santo Rosario.

Posaba sobre el piso sobre elevado en mármol negro y blanco que sustituía al de madera, estrenado en 2012. Era la primera vez que porta la toca de sobremanto en un Besamanos, la misma que luce cada 15 de agosto.

Porta una saya blanca donada por la Infanta Doña María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa de Montpensier, al igual que la ropa a juego con la saya que lleva el Niño Jesús. Es la última hija del Rey Fernando VII y su esposa, María Cristina de Borbón. Misma persona que regaló uno de los cinco mantos de salida, el rojo, en agradecimiento del sufrido parto que tuvo con su hija Amalia, restaurado por en 1981 en el taller de Esperanza Elena Caro.

El manto es el conocido como “el de Guardiola”, sometido a un proceso de restauración en el taller de Sobrinos de Esperanza Elena Caro en 2009. Pieza confeccionada por medio de un capote de paseo de Salvador Guardiola, rejoneador fallecido en la plaza de toros de Mallorca durante una corrida el 21 de mayo de 1960.

Pecherín de los colares, uno de los seis que tiene en su ajuar, rematado por la corona de filigrana de oro, ejecutada por Manuel González de Rojas en 1876, una de las tres coronas de la Virgen de los Reyes. 

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