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lunes, 26 de enero de 2015

El cáliz de Claudio: El burdel de las cofradías


Se puede nombrar de muchas maneras (club, casa de citas, local de alterne, whiskería...). Incluso pueden ponerse paños calientes sobre el asunto, pero no se engañen que seguirá siendo lo mismo. Pondremos mil capas de escayola, láminas de cemento y estrato tras estrato de pintura que quiera tornar la realidad en otra cosa y seguirá siendo lo mismo, pero encalado. Porque hemos llevado la fe, lo puro, lo trascendente, al mercado de abastos o, peor aun, al de curiosidades estrambóticas y freaks. Una tienda especializada en lo chusco que no deja libre a nadie, ni de pecado ni de la primera -o la última- piedra en la cabeza, que de ahí no cojea.

Todo empezó con aquella moda taleguera (Vaquilla o Torete, Perros Callejeros), consistente en serigrafiar el costal con la imagen que sacaban. Un costal, que debe ser algo inmaculado, una herramienta cuidada para realizar tu oficio, se fue tornando en algo parecido a la camiseta de un equipo de fútbol. Luego vinieron los ositos, el símbolo de correos y por ahí seguro que encontramos alguno con el símbolo de la arroba (la de Internet, no la de vino). Y hubo quien los puso a caldo, sin mirar en el fondo del asunto, eso sí, alegando las normas para la liturgia, cuando veía una alfombrilla de ratón por esas redes de Dios alfombrillas de ratón con la imagen del Gran Poder, por ejemplo.

Ahora, la nueva moda es decir que está bonito hacer merchandising con el cincuenta aniversario de una coronación. Iba a escribir antes sobre el asunto, lo confieso, pero fui tan inocente que creí que era un fake de esos que galopan por la mensajería instantánea. No quise dar crédito y así me va. 

Lo que no he escuchado es pronunciarse al de las alfombrillas sobre las camisetas coronadas. Tampoco he leído, hasta la fecha (puede que les llegue el día aunque sea por mera imposición), más opiniones que las de los afectados y poco más, sobre lo que está pasando en el seno de muchas cofradías, donde se puede calificar de todo menos de cristiano cuanto está pasando. Porque pasan cosas, aunque a ciertas personas no interese e intenten silenciarlo porque, si no se escribe, si no se dice, si no se lee... no pasa. Más bien, es como si no pasara.

Hemos convertido ésto en un burdel donde a las meretrices viejas y de mal ver se las esconde hasta que llega un cliente al reservado. Donde las hetairas de piel tersa y nacarada se frotan con los egos más chuscos. Y, mientras se vende y se comercia con cualquier cosa, todo puede llegar a valer dependiendo de quien lo haga. Al burdel lo llamaremos Raquel (como en la canción de Miguel Ríos) y pasaremos como podamos nuestra cuesta de enero, siempre que podamos pagar.












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