He regresado por el sendero que conduce a la marisma de la gloria de los Cielos; la que se preña de relicarios de promesas cada primavera y que hoy parece tan distinta... No gobierna la noche en una corte de estrellas, ni palpita el rosario en los arrabales de la aldea... el calor encarcela los sentidos y las escopetas truenan advirtiendo que nuestros espíritus están muy cerca de ser testigos de otro pedacito de historia... La última vez que te busqué en Almonte, empeñé mi presencia, frente a tu Santuario, esperando que la marea en que navega tu barca, te guiase a la ribera de sus hogares, perfumando el camino de los Llanos con tu bendita esencia. Y aquí me tienes Rocío, para beber tu mirada y respirar el aroma del Paraíso.
Te envolverá la madrugada protegida en el capote de nuestros ancestros y las tres leguas de emociones compartidas volarán en un suspiro... y al despuntar la mañana, los primeros rayos del astro rey desvelarán tu sonrisa y estallarán los corazones en una apoteosis de sentimientos... surcarás las calles almonteñas engalanadas entre miles de almas extasiadas, y una letanía de salves, palmas y clamores regarán tus orillas... hasta llegar a la Catedral Efímera que sólo florece con tu venida y posarte en la Iglesia de la Asunción, donde durante nueve lunas, serás Reina y Amiga, Confidente y Compañera, Pastora y Madre del que atraviese el cancel de tus puertas abiertas...
Cuando
hacia Almonte navegas,
Pastora
de las Marismas,
aunque
no vistas de Reina
pa'
mi siempre eres la misma.
La
luna entre los pinares
se
abre camino a tu nido,
atravesando
arenales,
buscando
tu Señorío.
Ante
tu trono, Paloma,
mi
gente siempre te reza,
soñándote
tras la Aurora,
cuando
al Simpecao te acercas.
Es
un caudal de pasiones
el
que lleva a tu sonrisa...
y
van fluyendo oraciones
que
endulzan de fe la brisa.
Cada
siete primaveras,
iré
a buscarte hasta Almonte,
cada
siete primaveras...
allí
trasladas tu corte