Se levantaron todos ellos y le llevaron ante Pilato.
Comenzaron a acusarle diciendo: “Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro
pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey”.
Pilato le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Él le respondió: “Sí, tú
lo dices”. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: “Ningún delito
encuentro en este hombre”. Pero ellos insistían diciendo: “Solivianta al pueblo
con sus enseñanzas por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí”. Al
oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de
la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba
también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía
largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba que
hiciera algún signo en su presencia. Le hizo numerosas preguntas, pero Él no
respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con
insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse
de Él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Lc 23 1-11
Pretende humillarte
despreciando tu esencia. Te han llevado ante un rey ficticio títere del
extranjero, que detenta un poder inexistente. Quiere menospreciarte delante de
su corte de hienas, y te exige trucos de magia, como si Tú fueras un vulgar
prestidigitador y que tus hechos se redujeran a juegos de manos. Y lo hace por
temor; en el fondo teme que Tú seas el prometido y que hayas venido a
expulsarle del trono de sus privilegios, sin entender que Tú eres Rey de los
Cielos y que tu poder no es terrenal. Por eso te tantea y te prueba inmerso en
su ignorancia. Y Tú respondes como se hace con el necio… con tu Silencio. Un
Silencio humilde y paciente con esta humanidad que cuestiona constantemente tus
acciones porque no comprende que esta realidad sea un mero camino, una simple
transición, y que la vida verdadera está más allá de esta existencia; que es
incapaz de entender que si Tú gobernases cada pequeño aletear de las mariposas
que inundan nuestros campos, el libre albedrío no existiría, ni habría valor alguno
en seguirte y caminar por la senda correcta. Ni habría sitio para la Fe. Y
respondes al desprecio iluminando los corazones que se dejan alumbrar y
mostrando la Verdad
a los que te niegan… esperando calladamente que algún día te acepten…
Despreciado
por el mundo,
por
la tierra y por el hombre.
En
silencio soportaste
la
burla de aquel cobarde,
...regocijo
en tu condena...
para
Herodes hijo del Grande
que
inundó Belén de penas.
Como
a un vulgar hechicero
trató
al Monarca de los Cielos
y
solicitando magia
buscó
humillar al Cordero
cebándose
en su ignorancia.
Si no entiende el fariseo
el sentido en mi Palabra
qué ofrecer más que silencio...
vale
más una mirada
si
bebe del sentimiento.
Guillermo Rodríguez