Hace poco más de un año, en un encuentro celebrado con las
cofradías de la diócesis de Córdoba, nuestro Obispo, D. Demetrio Fernández,
anunció a estas que deberían contribuir con un 10% de sus ingresos anuales al
propio Obispado. El fin del tristemente conocido como “diezmo” se empleará,
según recogía la crónica de Diario Córdoba del pasado 20 de febrero de 2012, a “sostener el culto divino, sustentar
honestamente al clero y demás ministros, y hacer las obras de apostolado sagrado
y de caridad, sobre todo con los más necesitados”. Vayamos por partes:
En el caso de Córdoba, excepción hecha de alguna rara avis, nuestra querida Madre Iglesia
ha vivido normalmente de espaldas a sus hermandades y cofradías y sus
necesidades (evangélicas, formativas, caritativas y no digamos ya
penitenciales…). Y, visto lo visto en los últimos años, casi mejor que esta
actitud se hubiera mantenido así. Como muestra un botón: ¿recuerdan cuando allá
por 2009 surgió la iniciativa de portar lazos blancos en las Estaciones de
Penitencia de las hermandades en protesta por la reforma de la ley de aborto
propuesta por el gobierno socialista? ¿Recuerdan cómo nuestro anterior Obispo
Asenjo pedía la implicación de las cofradías en tan “brillante” iniciativa y le
daba un ardite las manifestaciones de grupos pro-abortistas que amenazaban con
crear disturbios en las respectivas Estaciones de Penitencia? Para los últimos sucesores
de Osio las cofradías cordobesas no han sido nada más que un instrumento, un
medio al que recurrir o del que servirse cuando no corrían buenos tiempos y al
que convenientemente ignorar pasados los chaparrones. Ahora, dada la coyuntura
económica, la Iglesia
de Córdoba parece haber posado en ellas la mirada como fuente de ingresos
recurrente.
Sustentar
honestamente al clero… Es decir, contribuir a la supervivencia del mismo.
¿Quizá porque ya no está hoy detrás la entidad financiera intervenida por el
Banco de España tras una más que pésima gestión (salvemos aquí al Arzobispo
auxiliar de Sevilla y último presidente de la Entidad , el buen Santiago
Gómez Sierra al que muy pocos agradecen haber salvado unos cuantos puestos de
trabajo) y hay que buscar fuentes de financiación alternativas? Oigan, ¿acaso esta Iglesia ha favorecido la
vida de las hermandades? ¡Pero si más bien ha parecido dedicarse a poner
reiteradamente trabas en el día a día de las mismas! Ahí está, sin ir más
lejos, la expulsión de la Hermandad
Universitaria y del Rocío de San Pedro de Alcántara, motivada
por la cesión de esta al movimiento neocatecumenal –kikos, para que todos nos
entendamos-, el cual, según parece, observó notables inconvenientes para
convivir con dos hermandades (a mí no me pregunten). O los constantes
impedimentos que durante décadas se han puesto al barrio de Ciudad Jardín a fundar una cofradía que diera culto al
magnífico Cristo de la
Confianza de la iglesia de La Inmaculada Concepción
y San Alberto Magno.
El
10% de los ingresos… A alguien se le puede escapar el matiz, pero ojo, que
es importante. No se trata de destinar el 10% de los beneficios en caso de que
los haya, no… Es el 10% de los ingresos. Es decir, que ustedes se lo llevan
calentito sí o sí. Que si la hermandad de turno tiene problemas para su propia
supervivencia, mala suerte. La cuestión resultó cuanto menos controvertida (no
era para menos). Tanto que, al poco tiempo de anunciar la creación del Fondo
Común Diocesano –de ahora en adelante Fondo Común Revolucionario Diocesano
(FCRD)-, nuestra Iglesia matizó que recaudaría el 10% no de la totalidad de
ingresos percibidos por las cofradías, sino por lo que ésta entendía que eran
ingresos ordinarios, esto es cuotas de hermanos. Pero he aquí, y esto es lo que
ha motivado a quien les habla a hacer públicas estas líneas, que el pasado
viernes 22 nos encontramos en el ABC de Córdoba con la siguiente noticia: “La diócesis dirá a cada cofradía lo que debe
aportar al fondo común”. Dentro de la misma, concreta:
“[…] las cofradías enviarán sus cuentas del año
2012 en los próximos meses. Es un proceso que se inicia con la aprobación del
Cabildo General de Hermanos, desde donde van hasta el Obispado. El ecónomo de
la diócesis, José Vidal, se encargará de la revisión de las cuentas e indicará
«de modo orientativo», según la misiva, la cantidad que se tendrá que entregar
al Fondo Común Diocesano. Aquí es donde cabe la interpretación, y es lo que
hará el Obispado, en función de lo que cada hermandad destine a obra social”.
Si no quieres caldo, toma dos tazas.
Así que, no contentos con el 10% de las cuotas de hermanos, las cofradías
aportarán también lo que el señor ecónomo considere oportuno (qué miedo me da
el “de modo orientativo”) de las cruces de mayo, casetas de feria y actos
similares. Señores del Obispado, con todos mis respetos, no tienen ustedes la
más mínima idea de lo difícil que es ser y hacer hermandad en esta tierra.
Aquí, a diferencia de lo que ocurre en la ciudad hermana de Sevilla, no se
cubren gastos de Estación de Penitencia con papeletas de sitio y cuotas de
hermano. Aquí las cruces, casetas y verbenas se instalan buscando que cuadren
los números a fin de año y son trabajadas, normalmente, por los cuatro o cinco
que siempre están al pie del cañón sosteniendo a su hermandad. Pienso,
igualmente, que también ignoran o quieren ignorar qué recursos de esos pingües
beneficios que ustedes imaginan poseen las hermandades se destinan a obras
sociales, caritativas o asistenciales y que van, en numerosos casos, mucho más
allá de lo exclusivamente económico. Pero claro, han vivido ustedes tantos años
y siglos mirando hacia otro lado que piensan que pueden juzgar la vida de
hermandad con las cuentas anuales de dos o tres años (que es lo que llevan las
cofradías de Córdoba presentándoselas y ustedes cobrando por recibirlas, claro).
Y hacer las obras de
apostolado sagrado y de caridad, sobre todo con los más necesitados… Aclarando, lo que ya llevan las hermandades haciendo de toda la
vida. Pero si a lo que se refieren desde el Obispado es a la ejecución de una
obra social conjunta de todas las Hermandades en colaboración con la Diócesis , ¿por qué no se
plantea a las claras un proyecto conjunto? Proyecto como el que las cofradías
ya realizaban a iniciativa de la anterior Junta de la Agrupación presidida
por D. Juan Villalba.
Un último tirón de orejas. Señores hermanos mayores, señores
miembros de la Agrupación
de Hermandades y Cofradías de Córdoba: otra vez –y yo ya he perdido la cuenta-
les pillan a ustedes en fuera de juego y desunidos. Háganselo mirar. ¡Sean
valientes! Cojan ya el toro por los cuernos y digan a las claras que así, de
este modo, que no cuenten con ustedes. Opóngase a que nuevamente se les vea el
sitio donde la espalda pierde su casto nombre. No se callen ante este ninguneo
–“el diezmo no se debate ni se discute,
se acata”, D. Pedro Soldado dixit- constante. Reivindiquen lo que es suyo y
dense a valer. Y si para eso tienen que recurrir a decir a los cuatro vientos
que aquí no se comulga con rueda de molino, que no acatan el FCRD y que así no sacan sus cofradías a las
calles, no montan cruces de mayo o casetas ni organizan eventos varios,
háganlo. Los cofrades de verdad no solo lo entenderán, sino que les apoyarán.
No olviden que ocupan sus cargos para tomar decisiones y no para decir que sí a
todo lo que les pongan por delante, incluido este diezmo mamporrero –lo siento,
pero no se me ocurre calificativo que venga más al pelo- aunque venga del
mismísimo Obispo.
No quisiera despedirme sin dirigir unas breves palabras a nuestro
queridísimo Señor Obispo. Excelentísimo Señor: puestos a dirigir su mirada
hacia nosotros para iniciativas como la creación del FCRD, mejor sigan de
espaldas a nosotros como han hecho durante siglos. El colectivo cofrade, ya
acostumbrado a dicha actitud, se lo agradecerá de todo corazón. Cada uno en su
casa y Dios en la de todos. Usted ya sabe…
Atentamente
Nazareno disciplinante