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lunes, 4 de marzo de 2013

El Diezmo y las Hermandades

Hace poco más de un año, en un encuentro celebrado con las cofradías de la diócesis de Córdoba, nuestro Obispo, D. Demetrio Fernández, anunció a estas que deberían contribuir con un 10% de sus ingresos anuales al propio Obispado. El fin del tristemente conocido como “diezmo” se empleará, según recogía la crónica de Diario Córdoba del pasado 20 de febrero de 2012, asostener el culto divino, sustentar honestamente al clero y demás ministros, y hacer las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre todo con los más necesitados”. Vayamos por partes:


En el caso de Córdoba, excepción hecha de alguna rara avis, nuestra querida Madre Iglesia ha vivido normalmente de espaldas a sus hermandades y cofradías y sus necesidades (evangélicas, formativas, caritativas y no digamos ya penitenciales…). Y, visto lo visto en los últimos años, casi mejor que esta actitud se hubiera mantenido así. Como muestra un botón: ¿recuerdan cuando allá por 2009 surgió la iniciativa de portar lazos blancos en las Estaciones de Penitencia de las hermandades en protesta por la reforma de la ley de aborto propuesta por el gobierno socialista? ¿Recuerdan cómo nuestro anterior Obispo Asenjo pedía la implicación de las cofradías en tan “brillante” iniciativa y le daba un ardite las manifestaciones de grupos pro-abortistas que amenazaban con crear disturbios en las respectivas Estaciones de Penitencia? Para los últimos sucesores de Osio las cofradías cordobesas no han sido nada más que un instrumento, un medio al que recurrir o del que servirse cuando no corrían buenos tiempos y al que convenientemente ignorar pasados los chaparrones. Ahora, dada la coyuntura económica, la Iglesia de Córdoba parece haber posado en ellas la mirada como fuente de ingresos recurrente.

            Sustentar honestamente al clero… Es decir, contribuir a la supervivencia del mismo. ¿Quizá porque ya no está hoy detrás la entidad financiera intervenida por el Banco de España tras una más que pésima gestión (salvemos aquí al Arzobispo auxiliar de Sevilla y último presidente de la Entidad, el buen Santiago Gómez Sierra al que muy pocos agradecen haber salvado unos cuantos puestos de trabajo) y hay que buscar fuentes de financiación alternativas? Oigan, ¿acaso esta Iglesia ha favorecido la vida de las hermandades? ¡Pero si más bien ha parecido dedicarse a poner reiteradamente trabas en el día a día de las mismas! Ahí está, sin ir más lejos, la expulsión de la Hermandad Universitaria y del Rocío de San Pedro de Alcántara, motivada por la cesión de esta al movimiento neocatecumenal –kikos, para que todos nos entendamos-, el cual, según parece, observó notables inconvenientes para convivir con dos hermandades (a mí no me pregunten). O los constantes impedimentos que durante décadas se han puesto al barrio de Ciudad Jardín a  fundar una cofradía que diera culto al magnífico Cristo de la Confianza de la iglesia de La Inmaculada Concepción y San Alberto Magno.

            El 10% de los ingresos… A alguien se le puede escapar el matiz, pero ojo, que es importante. No se trata de destinar el 10% de los beneficios en caso de que los haya, no… Es el 10% de los ingresos. Es decir, que ustedes se lo llevan calentito sí o sí. Que si la hermandad de turno tiene problemas para su propia supervivencia, mala suerte. La cuestión resultó cuanto menos controvertida (no era para menos). Tanto que, al poco tiempo de anunciar la creación del Fondo Común Diocesano –de ahora en adelante Fondo Común Revolucionario Diocesano (FCRD)-, nuestra Iglesia matizó que recaudaría el 10% no de la totalidad de ingresos percibidos por las cofradías, sino por lo que ésta entendía que eran ingresos ordinarios, esto es cuotas de hermanos. Pero he aquí, y esto es lo que ha motivado a quien les habla a hacer públicas estas líneas, que el pasado viernes 22 nos encontramos en el ABC de Córdoba con la siguiente noticia: “La diócesis dirá a cada cofradía lo que debe aportar al fondo común”. Dentro de la misma, concreta:

“[…] las cofradías enviarán sus cuentas del año 2012 en los próximos meses. Es un proceso que se inicia con la aprobación del Cabildo General de Hermanos, desde donde van hasta el Obispado. El ecónomo de la diócesis, José Vidal, se encargará de la revisión de las cuentas e indicará «de modo orientativo», según la misiva, la cantidad que se tendrá que entregar al Fondo Común Diocesano. Aquí es donde cabe la interpretación, y es lo que hará el Obispado, en función de lo que cada hermandad destine a obra social”.

            Si no quieres caldo, toma dos tazas. Así que, no contentos con el 10% de las cuotas de hermanos, las cofradías aportarán también lo que el señor ecónomo considere oportuno (qué miedo me da el “de modo orientativo”) de las cruces de mayo, casetas de feria y actos similares. Señores del Obispado, con todos mis respetos, no tienen ustedes la más mínima idea de lo difícil que es ser y hacer hermandad en esta tierra. Aquí, a diferencia de lo que ocurre en la ciudad hermana de Sevilla, no se cubren gastos de Estación de Penitencia con papeletas de sitio y cuotas de hermano. Aquí las cruces, casetas y verbenas se instalan buscando que cuadren los números a fin de año y son trabajadas, normalmente, por los cuatro o cinco que siempre están al pie del cañón sosteniendo a su hermandad. Pienso, igualmente, que también ignoran o quieren ignorar qué recursos de esos pingües beneficios que ustedes imaginan poseen las hermandades se destinan a obras sociales, caritativas o asistenciales y que van, en numerosos casos, mucho más allá de lo exclusivamente económico. Pero claro, han vivido ustedes tantos años y siglos mirando hacia otro lado que piensan que pueden juzgar la vida de hermandad con las cuentas anuales de dos o tres años (que es lo que llevan las cofradías de Córdoba presentándoselas y ustedes cobrando por recibirlas, claro).

Y hacer las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre todo con los más necesitados… Aclarando, lo que ya llevan las hermandades haciendo de toda la vida. Pero si a lo que se refieren desde el Obispado es a la ejecución de una obra social conjunta de todas las Hermandades en colaboración con la Diócesis, ¿por qué no se plantea a las claras un proyecto conjunto? Proyecto como el que las cofradías ya realizaban a iniciativa de la anterior Junta de la Agrupación presidida por D. Juan Villalba.


Un último tirón de orejas. Señores hermanos mayores, señores miembros de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba: otra vez –y yo ya he perdido la cuenta- les pillan a ustedes en fuera de juego y desunidos. Háganselo mirar. ¡Sean valientes! Cojan ya el toro por los cuernos y digan a las claras que así, de este modo, que no cuenten con ustedes. Opóngase a que nuevamente se les vea el sitio donde la espalda pierde su casto nombre. No se callen ante este ninguneo –“el diezmo no se debate ni se discute, se acata”, D. Pedro Soldado dixit- constante. Reivindiquen lo que es suyo y dense a valer. Y si para eso tienen que recurrir a decir a los cuatro vientos que aquí no se comulga con rueda de molino, que no acatan el  FCRD y que así no sacan sus cofradías a las calles, no montan cruces de mayo o casetas ni organizan eventos varios, háganlo. Los cofrades de verdad no solo lo entenderán, sino que les apoyarán. No olviden que ocupan sus cargos para tomar decisiones y no para decir que sí a todo lo que les pongan por delante, incluido este diezmo mamporrero –lo siento, pero no se me ocurre calificativo que venga más al pelo- aunque venga del mismísimo Obispo. 

No quisiera despedirme sin dirigir unas breves palabras a nuestro queridísimo Señor Obispo. Excelentísimo Señor: puestos a dirigir su mirada hacia nosotros para iniciativas como la creación del FCRD, mejor sigan de espaldas a nosotros como han hecho durante siglos. El colectivo cofrade, ya acostumbrado a dicha actitud, se lo agradecerá de todo corazón. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Usted ya sabe…


Atentamente

Nazareno disciplinante







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