Cuántas veces habremos escuchado esta cita (Lc, 22; 42), ¿verdad? Sin embargo, seguimos intentando buscarle las vueltas e intentar imponer nuestra voluntad.
Ya se ha proclamado nuevo Hermano Mayor en la Hermandad del Rocío, y aunque algunos me hayan tachado de partidista, por ir en una de las candidaturas, es la primera vez que voy a escribir sobre los comicios rocieros.
Mis manos han estado quietas y mi boca sellada por respeto a mi Hermandad y a mis hermanos, porque si hubiera actuado de mala fe, como en algún momento se me tachó... ¡se hubiera formado el belén!
Cuando en las elecciones de una Hermandad concurren dos candidaturas es normal que surjan dimes y diretes, pero no es de recibo entrometerse en la vida personal de una persona, ¿por qué?, primero porque como he dicho es personal, segundo porque todas personas tenemos derecho a tener una intimidad, y nuestra vida personal es eso y, por último, porque nuestra libertad termina donde comienza la de la otra persona, y nuestra vida personal es libre.
Estas elecciones no han estando exentas de malos entendidos, sí, y digo malos entendidos, pero no voy a ser yo quien los cuenten públicamente, aunque algunos salieran a la luz. Algunos de estos malentendidos se hubieran solucionado, por ejemplo, yendo a la Hermandad a votar personalmente o por correo, haciendo uso de nuestra libertad como votantes y nuestra confidencialidad.
Tampoco me voy a hacer eco de los comentarios vertidos en las redes sociales, en los que se daba a entender que los propios miembros de las candidaturas han ganado o perdido por su forma de actuar. Cada uno actúa o deja de actuar, según sus principios e ideales. Cada persona debe de tener su escala de valores y hacerlos prevalecer en los momentos que crea oportunos.
Me resulta extraño que nada más anunciar el escrutinio se escucharan comentarios sobre la querida Hermandad del Rocío de Puente Genil. Gran Hermandad, por cierto. Sin embargo no creo que esa sea la solución a los problemas que se tenga. Nunca se ha de abandonar un barco cuando está navegando. Además... ¿no se estaba luchando por nuestra Hermandad? ¿No se luchaba por lo mismo? ¿No estamos todos en el mismo barco?
No creo que llorar sea tampoco la solución, lo que hay que hacer es arrimar el hombro y remar todos hacia la misma orilla, sólo así, la palabra Hermandad tendrá sentido y podremos creer en un proyecto común.
En fin, soy de la opinión que aunque es nuestras manos está el elegir, por medio de Ella, nuestra Madre Bendita, se hace la voluntad del Señor.
P.D. Desde aquí, dar el pésame a mi querida Hermandad, porque en las marismas eternas se encuentra, desde el jueves, Mari Tere Velasco Velasco. Ojalá y su espíritu luchador y su amor a la Virgen haya germinado en las nuevas generaciones rocieras.
Raquel Medina Rodríguez
Fuente Fotográfica Jesús Ruiz "Gitanito"