Federico Barrero Mira es un joven sevillano, tiene 27 años, que manda bajo las trabajaderas de una de las cuadrilla de referencia de la Semana Santa de Sevilla, como es la del misterio de San Gonzalo.
Es cofrade, además de esta hermandad del Barrio León, de las cofradías de San Roque, La Estrella, San Bernardo, El Silencio, San Isidoro, Santo Entierro, Sacramental del Sagrario y El Rocio de Triana. He pertenecido a las juntas de San Roque y a la de San Isidoro como secretario. Actualmente saca como costalero las cofradías, además de San Gonzalo, San Roque, San Bernardo, Santo Entierro, Pasión y Muerte y este año San Isidoro. He sacado también San Esteban y el palio de la Concepción del Silencio en Sevilla. Como capataz el Niño Jesús en el corpus de San Isidoro y me gusta enseñar a chavales en varias cruces de mayo, también fui "capataz" , aunque lleve ruedas, un año de la custodia en el corpus de Sevilla.
–Por mi edad desconozco como eran de auténtico los costaleros de aquella época, solo de oídas, imagino que habría de todo igual que pasa hoy en día. Como anécdota, decir que en principios de los 80 en San Gonzalo entró un comisionado, una de las decisiones fue prescindir de Manuel Garduño y sus hermanos costaleros para volver a los profesionales. Aquel año, dichos profesionales empezaron a dejar tirada a la hermandad e irse del paso cuando los kilos apretaban. Al llegar a la catedral decidieron dejar el paso allí, algo que no sucedió porque absolutamente todos los chavales de la hermandad fueron corriendo a sus casas a por los costales o sus madres se lo trajeron dejando su túnica en la catedral. Al final, el paso volvió con su estilo como lleva haciendo casi 40 años. No me imagino hoy en día que por mucho que apriete un paso ningún hermano costalero deje tirado a su cristo y su hermandad.
-¿Deberían ser los costaleros más anónimos?
–Más no, deben ser totalmente anónimos. Hacen estación de penitencia, por tanto deben mantener el anonimato. La diferencia es que tenemos relevos y vamos con la cara descubierta, por tanto, cualquier gesto o actitud es observada el doble.
Por mi experiencia nunca ha habido ningún problema o querer llamar la atención ni por mi parte ni por parte de los que me rodeaban. Sé que hay algunos que se creen imprescindibles y van fuera del paso haciéndose notar, pero esos no representan ni el 1% de la totalidad de costaleros de la Semana Santa. El problema es que la minoría siempre hace más ruido y mediáticamente vende más. Se tiende a generalizar, pero si somos justos, los costaleros en Sevilla saben comportarse.
-¿Qué siente debajo de un paso?
–Para mi es el sitio más bonito que cualquier hermano puede tener en una cofradía. Todos deberían de tener la oportunidad de probarlo, incluso si no te gusta siempre tendrás esa experiencia de ir debajo de tu devoción, al que tanto le rezas y le pides.
Somos unos privilegiados porque vamos donde queremos y encima disfrutamos, ¿Qué vamos a sentir? Es el orgullo más grande que tenemos, todo un año soñando y preparándote para ese momento.
-¿Qué opinas de las distintas modas actuales sobre la ropa de los costaleros?
–Eso es algo que debe cuidar cada hermandad y cada capataz. Yo personalmente no lo entiendo. El costal es mi herramienta de trabajo, tengo seis costales de diferentes medidas y materiales pero todos blancos. Se trata de ir cómodo, no guapo. Si entramos en estética puedo entender a algunos, pero todos sabemos la medida justa. Si te sales de ahí, lo único que quieres es llamar la atención, que se fijen en ti. Yo prefiero pasar desapercibido y que se fije en mí solo el capataz y mis compañeros. Trabajo igual o más a gusto sin remangar los pantalones, con camiseta y pudiendo ver cuando voy fuera.
-¿Es normal que haya tantos problemas para entrar en la mayoría de las cuadrillas de la ciudad?
–Por desgracia si. La “profesión” de costalero se ha afianzado, ya la mayoría saben ir debajo de un paso, aprenden desde chicos en cruces de mayo, viendo a sus padres, yendo a los ensayos… todos quieren entrar en sus hermandades. Lo malo es que hoy en día todos están más preparados, se cuidan más…eso retrasa la edad de jubilación. Una persona con 40 o 45 años está perfectamente para seguir sacando la cofradía varios años más, eso produce un tapón de la generación más joven.
Por el contrario, también digo que el que sepa hacerlo y verdaderamente tenga interés acaba entrando. Hasta que no se produzca una baja es imposible que entre alguien, pero una vez que se produce el que entra es el que está en el sitio. Hay que ir a absolutamente todo, igualás, ensayos, retranqueos…incluso el día de la salida. He visto como entraban el Domingo de Ramos en San Roque varios costaleros por lesión de compañeros.
-¿Está el mundo de costal demasiado valorado en la actualidad?
–Es lo que queramos vender. Creo que está exactamente igual que desde que tengo uso de razón. La diferencia es que ahora hay más medios, más portales cofrades, más programas, redes sociales, youtube…ahora me puedo ver todas las chicotás que ha dado el Beso de Judas y ni si quiera lo he visto en la calle por ir en San Gonzalo. Se sabe lo que hace bien, mal, las marchas que se tocan…todo eso produce más nivel mediático y parece que se valora más.
-¿Cuál su maestro debajo de las trabajaderas?
–No he tenido ninguno en especial, cuando tenía edad mi padre ya estaba jubilado del costal. Desde pequeño me fijaba en todos los capataces, costaleros, los imitaba, aprendía de los mayores. Con el tiempo fui corrigiendo cosas y aun hoy en día sigo aprendiendo.
-¿Qué opina sobre los cambios en las cuadrillas?
–Que no todas valen. Hay una moda de querer hacer cambios, parece que es más divertido y bonito y no se trata de diversión si no de estilos. Lo bonito de la Semana Santa son los diferentes estilos, cualquier hermandad nueva ya hace cambios y el resultado no es siempre tan efectivo. Hay que ensayar mucho, limar muchos aspectos, estar pendientes siempre, no se consigue de un día para otro. Por desgracias muchos no se enteran y hacen cambios buscando los aplausos más que el transmitir con el misterio.
-¿Quién mandan en las cuadrillas: los costaleros, capataces o las juntas de gobierno?
–El capataz y solo el capataz. La junta de gobierno solo debe meterse en dos asuntos, en elegir el capataz y en poner una serie de normas comunes para el buen funcionamiento. Normas lógicas que casi no harían falta ni decirlas, pero nunca meterse en el trabajo del capataz.
Una vez que lo hayas nombrado, él decide todo lo demás y los costaleros a obedecer siempre. Cuando te metes en el trabajo del capataz la cosa nunca acaba bien, ni por parte de las juntas ni por parte de los costaleros. Se deja trabajar y si no ha cumplido con lo que la junta pedía pues se destituye y se pone a otro con el mismo mando que el anterior. Muchas veces también es culpa de los propios capataces que se dejan mangonear con tal de mantener una cofradía, a la larga nunca sale bien.
-¿Hay demasiados "sacapasos" y pocos costaleros de verdad?
–No me gusta nada la palabra sacapasos. Yo saco seis pasos y en todas soy hermano de nacimiento y en casi todas he hecho vida de hermandad, ¿Eso me convierte en un sacapasos? Sin esta afición muchas cofradías tendrían que volver a pagar a gente para sacar sus pasos o meter a cuadrillas que luego no llevarían sus imágenes como deberían. El que no es costalero de verdad el capataz lo sabe perfectamente, de ahí que la mayoría tenga su grupo de confianza.
-¿Debe haber un límite en la edad del costalero?
–No. El límite lo pone uno mismo, y si tú no sabes poner ese límite es el capataz el que actúa. Puedes tener veinte años y no ponerte derecho ni en la primera levantá o tener cincuenta y aguantar todos los kilos que vengan. No creo que la calidad vaya reñida exclusivamente a la edad.