Así me siento cuando leo y vuelvo a leer el odio y las ganas de confrontación que tenemos con los últimos acontecimientos acaecidos en nuestro país. No puedo entender como se pueden realizar comentarios tan graves por la muerte de una persona. Que se alegren. Que disfruten. No entiendo nada. Da igual que sea de donde sea, cómo vamos a justificar que la hayan matado. ¿Por qué?
Estoy escribiendo este artículo y a la vez estoy discutiendo con una serie de personas por una red social que me quieren justificar los comentarios sobre este hecho o por qué no comparto sus ideales políticos o sus manifestaciones de desprecio o sus maneras de expresarse.
A dónde vamos a llegar... ¿Por qué tanto desprecio, tanta maldad, tanto odio, tanto rencor?, ¿quién nos esta inculcando estos temores, estas ideas de matar o justificar un asesinato?. ¿Qué estamos haciendo?. ¿En qué nos estamos convirtiendo? En seres despreciables, nos jactamos del mal del prójimo y si es de un rival político más aún ahondamos en la llaga.
Yo no me identifico con este tipo de personas. Para ellos su odio, su rencor, su maldad, su egoísmo, su hipocresía. Sus formas de declararse, insultando, despreciando, humillando, descalificando...
De verdad, que lo que siento es vergüenza ajena. Creo que los valores no se están perdiendo, sino que se han perdido. Nos encanta a todos hacer leña del árbol caído o justificar lo que no tiene justificación solo por el hecho de tener una forma de pensar distinta a la mía.
Estoy cansado de ver como se hace daño, daño y más daño gratuitamente.
Pachi Giraldo
Recordatorio En mi Huerto de los olivos: ¿Pasotismo o dejadez?