Blas Jesús Muñoz. Traemos a esta sección que aborda la historia de nuestras cofradías la segunda parte de la crónica histórica de una de las hermandades malagueñas con más sabor, tradición y patrimonio. Momento para que disfruten e indaguen sobre una de las corporaciones más interesantes de nuestra Semana Santa gracias a las palabras de Pedro F. Merino Mata.
La Archicofradía, constructora del templo parroquial de San Juan
Conviene también señalar, siquiera sea muy brevemente, la importancia de los servicios que la Archicofradía Sacramental ha prestado durante siglos y presta todavía hoy a la parroquia de San Juan Bautista de Málaga.
La Archicofradía posee y mantiene dos capillas propias en el templo parroquial de San Juan de Málaga. La primera de estas capillas, la Capilla Sacramental, que primitivamente albergó el Sagrario de la parroquia y que actualmente cobija además la imagen del Stmo. Cristo de la Redención, se sitúa en la cabecera de la nave del Evangelio del templo parroquial y la posee la Archicofradía desde el nueve de junio del año 1622, fecha en la que el Obispo diocesano, monseñor Luis de Cardona, confirmó la adquisición que de tales terrenos realizó la Cofradía Sacramental el ocho de abril precedente mediante el pago de 450 ducados a don Giuseppe Hendo, propietario hasta entonces de dicho suelo. El pago fue realizado en nombre de la Cofradía del Stmo. Sacramento por parte de sus entonces hermanos mayores, don Diego de Torquemada y don Fogio Moyano. Así consta en el Libro de Escrituras de la Archicofradía del Stmo. Sacramento obrante en el archivo de la Corporación.
La Capilla Sacramental, en su austeridad, la más noble del templo, cobija la Augusta Presencia de Jesucristo Sacramentado, así como, tras del Sagrario, la imagen del Santísimo Cristo de la Redención, efigie de Nuestro Señor Jesucristo crucificado y muerto, de tamaño natural, realizada en madera de cedro policromada en el año 1987 por el escultor hispalense Juan Manuel Miñarro López y sacralizada en la festividad de Todos los Santos de ese año por el entonces Obispo titular de la Diócesis de Málaga, monseñor Ramón Buxarrais Ventura.
El Sagrario que alberga la Reserva del Santísimo es una obra neoclásica, sufragada por la Archicofradía en 1854 y labrada en plata de ley por el orfebre Francisco Rodríguez Cumbres, quien era hermano de la Archicofradía.
Esta Capilla Sacramental ha sido completamente restaurada en su estructura y ornamentación a expensas de la Archicofradía hace poco tiempo, concretamente en el año 1997. No obstante, la Archicofradía ya restauró antes esta capilla entre los años 1940 y 1941, tras el saqueo del templo en los sucesos de la II República y la Guerra Civil española (1931-39).
Además, la Archicofradía posee otra capilla en su templo parroquial, la tercera de la nave del Evangelio, la cual fue donada a la primitiva Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores el 22 de mayo del año 1696 por don Bernardo de Eslava, según consta notarialmente.
En dicha capilla se venera la bellísima y dulcísima imagen de Nuestra Señora de los Dolores, efigie de la Virgen Dolorosa, de tamaño natural, de autor anónimo y fechada a fines del siglo XVIII. Dicha imagen fue donada a la Archicofradía en el año 1941 por el anticuario malagueño don Antonio Pons y Ramírez de Verger y después de que en los sucesos de 1931 la Archicofradía perdiera a su imagen titular primitiva, una Dolorosa atribuida a Pedro de Mena y adquirida en 1675 para la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores por quien fuera entonces su mayordomo, don Pedro Brito y Cortés.
La actual imagen de Nuestra Señora se encuentra entronizada en un retablo de madera tallada y dorada, original del escultor Miguel Zarrío, quien realizó tal obra en el siglo XVIII.
La capilla de Nuestra Señora ha sido igualmente restaurada por la Archicofradía en el año 1998, como lo fuera también previamente en los años 1941 y 1981.
Consta documentalmente, asimismo, que la Archicofradía levantó a sus expensas la actual torre barroca de la parroquia entre los años 1689 y 1783, después de que en 1680 un terremoto derribara y destruyera la primitiva.
También, entre otras diversas obras de importancia, por ejemplo, consta que en el año 1761 la Archicofradía costeó el refuerzo y el embellecimiento de los pilares del templo o que en 1740 costeó la construcción de las tribunas laterales, mientras en 1796 sufragó por sí sola el embaldosado completo de la parroquia.
Igualmente, en 1832 la Archicofradía donó una custodia procesional para el Santísimo, la cual, desgraciadamente, se perdió en el saqueo padecido durante la mencionada Guerra Civil. Con posterioridad, ya en 1941, la Archicofradía, junto a diversos feligreses, sufragó la realización en plata de ley de la actual custodia procesional que posee la parroquia, la cual, realizada por el orfebre valenciano don José David Esteve, ha sido restaurada este mismo año 2001 a las solas expensas de la Archicofradía y por el orfebre sevillano don José Jiménez Jiménez.
La Archicofradía Sacramental, pilar del Culto Eucarístico parroquial
De la actividad cultual de la Archicofradía, basta señalar que, conforme a sus Estatutos, durante siglos ha sido el sostén del Culto Eucarístico de la parroquia, especialmente en cuanto concierne a las funciones solemnes del Triduo Sacro, festividad y octava del Corpus Christi, salidas del Santísimo para llevar la Eucaristía a los impedidos, así como el Viático a los enfermos. Mención aparte merece la concesión a la Archicofradía el 22 de mayo de 1854, mediante breve de S. S. el Papa Pío IX, de los privilegios de exponer el Stmo. Sacramento durante la celebración de los cultos del Septenario a Ntra. Sra. de los Dolores y de organizar durante los días de tal Septenario el Jubileo de las XL Horas de adoración al Stmo. Sacramento.
La lectura del primer sumario de gracias y privilegios de 1788, por otra parte, explica perfectamente la regularidad de los cultos sacramentales promovidos por la Archicofradía y los cuales son fiel reflejo de los ordenados en los Estatutos de la Archicofradía Sacramental de la Minerva de Roma.
Asimismo, es ilustrativo del esplendor y solemnidad alcanzado por los cultos celebrados por la Archicofradía, el hecho de que durante buena parte del siglo XIX, año tras año y conforme figura en las convocatorias de culto conservadas en el archivo corporativo, el Obispo titular de la Diócesis impartiera la Bendición con el Santísimo Sacramento al término de la Función solemne con que culmina el Septenario a Nuestra Señora en la tarde del Viernes de Pasión, todavía hoy tradicionalmente llamado Viernes de Dolores.
Igualmente, da fe de la importancia de los cultos de la Archicofradía la Real Orden fechada el 26 de julio de 1889 mediante la cual por mandato de S. M. el Rey se ordenaba al Gobernador de la plaza de Málaga que se disparasen salvas de artillería desde los cañones de los castillos de la Torre Gorda y de la Torre del Obispo “cuando salga la procesión que la Cofradía del Stmo. Sacramento de la parroquia de San Juan celebra para llevar el Stmo. a los impedidos”.
En la actualidad, con la lógica adaptación a los tiempos, la Archicofradía sigue organizando en la parroquia, a sus expensas y entre otros cultos, los relativos al Triduo Sacro, montaje del Monumento Eucarístico, celebración de un triduo sacramental en la octava de la fiesta del Corpus Christi y procesión con el Santísimo por las calles de la feligresía el domingo de dicha octava. Asimismo, todos los últimos jueves de cada mes celebra en su capilla Sacramental un acto de Adoración Eucarística con Exposición solemne, Bendición y Reserva de S.D.M. y Celebración de la Palabra. Además, la Archicofradía consagra anualmente su tradicional Septenario a Ntra. Sra. en la Semana de Pasión, un quinario al Stmo. Cristo de la Redención a fines de enero, un triduo a Ntra. Sra. con ocasión de la festividad de sus Dolores Gloriosos en septiembre, y el llamado Pregón de la Pura y Limpia Concepción de María Santísima en las vísperas de cada ocho de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción. Además, la Archicofradía verifica en la tarde y noche de cada Viernes Santo su procesión de penitencia, en la que participan más de medio millar de cofrades, acompañando a las imágenes del Santísimo Cristo de la Redención y Nuestra Señora de los Dolores y realizando Estación en la Catedral de Málaga para venerar la Santa Cruz instalada en el Altar Mayor, conforme a la Liturgia del día.
Diversas reformas de las primitivas Constituciones
Afortunadamente, la Archicofradía posee copias de la totalidad de las sucesivas Constituciones, Estatutos, Reglamentos y Reglas mediante las que se ha gobernado la Hermandad de penitencia de Ntra. Sra. de los Dolores a lo largo de los siglos y las cuales se han denominado bajo todas esas nomenclaturas, en función de las épocas. Por el contrario, no posee copias de las primitivas Constituciones de la Cofradía del Stmo. Sacramento, si bien, a través de citas de otros documentos, se tiene noticia de que tales primeras Constituciones al parecer fueron aprobadas en 1521, siendo reformadas con seguridad tras el año 1540 por mor de la agregación a la Archicofradía Sacramental de la Basílica romana de Sta. María de la Minerva, y más tarde, por lo menos en otra ocasión, concretamente en el año 1763.
En el archivo de la Corporación figuran copias originales de 1790 de las primitivas Constituciones de la Hermandad penitencial de Ntra. Sra. de los Dolores fechadas en 1688, así como de la reforma de las mismas efectuada por el Cabildo General de Hermanos el seis de mayo de 1790, cuya aprobación ante el Ordinario diocesano y el Consejo de Castilla motivó el inicio del expediente de unión con la Archicofradía del Stmo. Sacramento. Tal reforma de 1790, pues, no sería oficialmente ratificada por el Consejo de Castilla y el Obispado hasta mayo del año 1802. Posteriormente, pero también en el siglo XIX, se reformarían nuevamente las Constituciones de la Archicofradía, ya con la denominación de Estatutos, en enero de 1841 bajo la dirección de su mayordomo, don Guillermo Moreno Galindo, así como en 1891, si bien en este último caso el Cabildo de reforma, bajo el mandato del hermano mayor de la época, don José Hurtado, tuvo lugar el cuatro de febrero de 1891, mientras que la aprobación del Obispado está fechada el 26 de noviembre de 1894 por mandato del entonces obispo malacitano, monseñor Marcelo Spínola y Maestre.
Ya en el siglo XX, la Archicofradía reformaría nuevamente sus Estatutos, ahora articulados bajo la denominación de Reglamento, en los años 1929, 1977 y 1984. Así, el cuatro de marzo de 1929 el Cabildo aprueba una modificación de las Reglas, actuando como hermano mayor en funciones el mayordomo, don Carlos Rubio Robles, quien sustituía al hermano mayor recién fallecido, don Julio Goux Mignacabal, quien fue un gran benefactor de la Hermandad. Esta reforma sería ratificada por el Vicario General del Obispado, don José del Valle, el dos de octubre del mismo año 1929.
Reinstauración de la procesión de Semana Santa
Sin embargo, acaso sea la reforma más relevante del siglo XX la aprobada por el Obispado con fecha de tres de noviembre de 1977. Merced a ella, y después de que en mayo de ese mismo año, bajo el mandato del entonces hermano mayor y Medalla de Oro de la Archicofradía, don Alfonso Soria Alvarez, ingresara en la Hermandad un grupo de jóvenes encabezados por Adolfo Navarrete Luque, Ricardo Ballesteros Liñán, Alfonso Martín Ruíz y Miguel Angel Fernández Martínez, sería reinstaurada con carácter regular y ordinario la salida procesional en Semana Santa de la Archicofradía con su imagen titular de Ntra. Sra. de los Dolores.
Si en las primitivas Constituciones de 1688 y en la reforma de 1790 se establecía la salida procesional con carácter ordinario en la tarde del Miércoles Santo, en las reformas estatutarias de 1841 y de 1891 tal procesión sólo poseía la naturaleza de ocasional, en función de las posibilidades económicas de la Archicofradía. Así, según precisa el capítulo cuarto de los Estatutos de 1841, la procesión del Miércoles Santo sólo se efectuaría de poder costearse previamente la celebración del Septenario a Ntra. Sra. y la Función Principal de Instituto, ya que, entre estos tres cultos, “la procesión ocupa el tercer lugar”.
En semejantes términos a los descritos se expresan los Estatutos de 1891 y el Reglamento de 1929, pues ambos establecen un rígido procedimiento a seguir por el Cabildo General de Hermanos para acordar la salida procesional, destacando como requisitos indispensables la necesidad de que los gastos de la salida fuesen sufragados mediante donativos no procedentes de los ingresos generales de la Archicofradía, así como que la Virgen fuese acompañada de cien hermanos cuando menos. Si se considera que, según los listados de hermanos obrantes en el archivo de la Archicofradía, la Corporación contaba, por ejemplo, con un total de 161 hermanos en el año 1867, y de un total de 15 hermanos en 1927 (el número más bajo de su historia, que impulsaría la reforma estatutaria de 1929), se colige la dificultad de procesionar en Semana Santa, máxime cuando las mismas Reglas prohibían terminantemente la posibilidad de contratar “alquilados”, es decir nazarenos remunerados ajenos a la hermandad, tal y como en aquellos tiempos hacían otras cofradías malagueñas.
Últimas procesiones de Semana Santa en el siglo XIX
Las últimas procesiones en Semana Santa de la Archicofradía documentadas y correspondientes al siglo XIX, no obstante, corresponden a los años 1867, 1892 y 1893. Así, en el año 1867 la Archicofradía salió en la tarde del Viernes Santo y no en la del Miércoles Santo cual era su costumbre. El cortejo de la Archicofradía marchó junto a los de las otras tres hermandades con sede entonces en la parroquia de San Juan, Jesús de la Puente del Cedrón, Stmo. Cristo de la Exaltación y Ntro. Padre Jesús Nazareno (titular éste último de una hermandad hoy extinguida), y se dirigió a la Catedral para realizar Estación de Penitencia en su interior, recorriendo las calles de San Juan, Pza. de la Alhóndiga (actual zona de la Pza. de Félix Sáenz), Nueva, Pza. de la Constitución, Santa María, Catedral, San Agustín, Granada, Pza. de Riego (hoy de la Merced), Alamos, Torrijos (hoy Carretería), Compañía y San Juan hasta su templo.
En esta procesión de 1867, como probablemente en las verificadas en los años 1892 y 1893, los cofrades debieron procesionar a Ntra. Sra. de los Dolores sobre el trono realizado en 1837 por el orfebre don Miguel Martínez y el carpintero don Gabriel de Torres, quienes en realidad, según la documentación obrante en el archivo de la Archicofradía, simplemente restauraron las andas procesionales realizadas en el año 1792 por el orfebre don Francisco Rodríguez Boza y el maestro cincelador don José Pereira, merced al encargo recibido de los entonces mayordomos de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores, el sacerdote don José Sanz y don Carlos Testa. Dicho trono original, finalizado el 18 de marzo de 1792, sería estrenado el 30 del mismo mes con la correspondiente procesión de Ntra. Sra.
El trono de 1792, restaurado en 1837, consistía en una gran peana de madera teñida de oscuro y con forma carrete, toda ella guarnecida de orfebrería barroca en plata de ley. Complementaban su decoración dos arcángeles exentos con incensarios de plata en sus manos, colocados a los lados de la Virgen y realizados en madera policromada, así como cuatro angelotes, igualmente de madera tallada y polícroma, los cuales, portadores de atributos de la Pasión, se situaban en las esquinas de la peana. Por último, completaba el conjunto una crestería de nubes de plata con cabezas de querubines de madera policromada. De todo este conjunto, pese a los saqueos padecidos por la Archicofradía en 1931 y 1936, aún se conservan los cuatro angelotes de las esquinas de la peana, actualmente colocados en el retablo y la propia peana de camarín de la Señora, así como la parte frontal de la crestería de nubes con querubines.
La procesión de 1978, nueva era de la Semana Santa malagueña
El 24 de marzo del año 1978, Viernes Santo y festividad de San Segundo, tuvo lugar la efectiva reinstauración de la procesión de Semana Santa de la Archicofradía Sacramental de Ntra. Sra. de los Dolores.
Justamente en la tarde de dicho Viernes Santo la imagen de Ntra. Sra. de los Dolores fue procesionada de nuevo, transitando por el recorrido oficial de los itinerarios coordinados por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga y siendo acompañada por un centenar de hermanos nazarenos, así como portada por otros setenta cofrades en un sencillo trono de flores. El ambiente de austeridad y absoluto silencio del cortejo causó un gran impacto entre el público. Hasta tal punto conmovía el silencio de la comitiva, que al paso del trono de Ntra. Sra. de los Dolores por la Plaza de Arriola, ante el convento de la Congregación de Hermanas de la Cruz, las monjas rompieron su habitual mudez para, improvisadamente, cantar un motete a la imagen de Ntra. Sra. Dicho hecho, inaudito hasta entonces, originó una especial vinculación entre la Archicofradía y la citada Orden Religiosa, así como una tradición luego imitada por otras varias hermandades. Por ello, como testimonio de los lazos fraternales que unen a la Archicofradía con las Hermanas de la Cruz, la fachada del cenobio presenta un azulejo con la efigie de Ntra. Sra. de los Dolores desde el año 1990.
La Archicofradía ingresaría pocos meses después, concretamente el 16 de junio de 1978, como miembro de pleno derecho en el seno de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, hecho sin precedentes en las tres décadas anteriores durante las cuales ninguna hermandad engrosó la nómina agrupacionista. Asimismo, el espíritu de silencio y recogimiento de la Archicofradía en su discurrir procesional resultó un ejemplo a seguir por muy buena parte de la decena de hermandades incorporadas al contexto procesional de la Semana Santa malacitana en los años siguientes, de forma que los historiadores coinciden hoy en señalar la reinstauración de la procesión de la Archicofradía Sacramental de Ntra. Sra. de los Dolores como el hecho clave que abre la que ha sido bautizada como “Edad de Oro de la Semana Santa malagueña en el siglo XX”.
Recuperación de antiguas tradiciones
De entre las múltiples notas que caracterizan a la Archicofradía, una de las más sobresalientes es sin duda su marcado interés por recuperar antiguas tradiciones propias de la Hermandad. Merced al ingente manantial de información histórica que proporciona a sus cofrades el amplio archivo histórico que conserva la Corporación, ha sido posible recuperar el uso de la tela de Ruán para confeccionar las túnicas de sus nazarenos. Dicho tejido, tradicionalmente utilizado como forro de las vestiduras y ornamentos litúrgicos, es originario de la ciudad gala de Rouen y durante los siglos precedentes, por su apresto y patente humildad, fue usado como hábito de los penitentes de diversas cofradías malagueñas como, por ejemplo, la de Jesús Nazareno de Viñeros.
No menos interesante es la recuperación efectuada por la Archicofradía de la llamada Música de Capilla (formación de cámara usualmente compuesta por fagot, oboe, clarinete y flauta) para su inclusión en el cortejo procesional del Viernes Santo. Los libros de cuentas de la Archicofradía correspondientes a los siglos XVIII y XIX presentan de forma pormenorizada los gastos efectuados anualmente y a tal fin tanto para la celebración del Septenario como para la procesión de Semana Santa. Destaca en este sentido la participación directa en tales cultos del maestro don Eduardo Ocón Rivas, el más ilustre de los músicos malagueños, quien dirigió la Capilla Musical de la Archicofradía desde el año 1858 al de 1861.
Más relevante aún es el hecho de que la Archicofradía haya logrado recuperar desde el año 1989 la realización de la Estación Penitencial en el interior de la Catedral, que siempre verificó su cortejo en las procesiones de los siglos precedentes, y la cual dota de pleno sentido litúrgico a la procesión. Así, al dirigirse la comitiva procesional desde un lugar sagrado a otro lugar sagrado se cumplen las antiguas prescripciones de las normativas eclesiásticas, tal y como establecía el antiguo Código de Derecho Canónico al definir las procesiones, al tiempo que ello permite a los cofrades participantes en la procesión proceder a la adoración de la Santa Cruz instalada en el Altar Mayor de la Catedral, conforme a las rúbricas de la Liturgia propia del Viernes Santo.
La Archicofradía, huésped temporal de la Comunidad Jesuíta
La Archicofradía, asimismo, estrenó entre los años 1982 y 1985 un nuevo trono para Ntra. Sra. de los Dolores, el cual, realizado en orfebrería plateada por el sevillano taller de Vda. de Manuel Villarreal, en dicho año de 1985 incorporó su nuevo palio de crestería. Dicho palio impedía al trono salir del templo de San Juan a través de la puerta de la torre, por donde desde 1978 había venido saliendo el cortejo de la Hermandad. Por esta circunstancia la Archicofradía solicitó al Ordinario Diocesano autorización para reabrir la entonces cegada puerta central de la parroquia de San Juan, la cual fue tapiada tras los sucesos de 1931.
La denegación de tal solicitud, mantenida por el Obispado entre los años 1985 a 1988, motivó que la Archicofradía se negara a montar el trono de Ntra. Sra. de los Dolores en la calle, al estimar el Cabildo de la Archicofradía que el cortejo de ésta siempre había salido al completo desde el interior de su templo parroquial y precisamente, hasta el siglo XX, utilizando la puerta central, por lo que dicho Cabildo acordó no realizar la procesión, si ésta no podía salir desde el interior de un templo. Por ello, el entonces Obispo de la Diócesis, monseñor Ramón Buxarrais, solicitó a la Compañía de Jesús que acogiera a la Archicofradía durante los días de Semana Santa en su templo de San Ignacio, muy próximo a la parroquia de San Juan, a fin de que la Hermandad pudiera realizar su procesión.
Merced a la caridad y comprensión de los Padres Jesuítas, así sucedió en los cuatro Viernes Santos de los años citados, si bien durante el transcurso de ese tiempo la Archicofradía litigó administrativamente con el Obispado hasta que el cinco de octubre de 1988 el mismo Prelado firmara el decreto de autorización expresa a la Archicofradía para que ésta procediera a sus propias expensas a la reapertura de la puerta central del templo de San Juan.
Finalmente, concluidas las obras pertinentes, la nueva puerta central de la parroquia, construida por la Archicofradía y sufragada por ésta con la colaboración de las Reales Cofradías Fusionadas de la misma parroquia, fue bendecida e inaugurada con una procesión extraordinaria con el Stmo. Sacramento en la tarde del 11 de marzo de 1989, primera jornada del Septenario a Ntra. Sra. de los Dolores de aquel año.
El Viernes Santo de 1989 la Archicofradía volvía a salir desde el interior de San Juan, si bien por primera vez desde este templo con la imagen del Stmo. Cristo de la Redención, la cual fue bendecida el uno de noviembre de 1987 por el Obispo Diocesano, por lo que su primera salida en procesión en 1988 se realizó desde el templo jesuítico del Sagrado Corazón, motivo por el que la Compañía de Jesús apadrinó previa y formalmente la bendición de dicha imagen.