Algunas personas se cuestionan el objetivo de ser cristiano, y la mayoría no consiguen obtener una respuesta concluyente a esta incógnita. La pena es que a muchas de estas personas esta duda les hace alejarse de la Iglesia, pero por otro lado también induce a la reflexión sobre algo aparentemente irrebatible.
El ser cristiano significa estar citado a hacer de su vida ordinaria una educación, una docencia, un adoctrinamiento. Significa deber poner la vida a disposición de las carencias de los demás, como “aquel que siendo el más grande, no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida por los hombres”.
Entonces, ¿para qué nos sirve ser cristianos?
Esta pregunta es bastante corriente en momentos malogrados y de desilusión por algo. Parece que mucha gente espera que con el hecho de ser cristiano se llegue a una dicha completa… ser cristiano no nos hace más ricos (económicamente hablando), ni nos proviene de mejor salud, ni nos respalda un éxito laboral. Precisamente no está en estos bienes terrenales la razón de ser cristiano.
Creer en Dios es una promesa de vida eterna, el recorrido es difícil, requiere un sacrificio diario y dedicación plena. Pero merece la pena. Como decía San Pablo “los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros”.
Por lo tanto, ¿por qué los cristianos nos estamos viendo involucrados en un mundo tan materialista, sobretodo dentro de las cofradías?
Llegará un momento en que este tipo de “cristianos codiciosos” no podrán sustentarse bajo ninguna Hermandad, habrá un punto en el que su fe se verá en apuros y nada de lo que hagan tendrá sentido alguno.
El cristianismo tampoco significa llevar una vida repleta de calamidades, no me malentiendan. Desde mi punto de vista es una forma de vida, que cada uno es libre de elegir para darle otro sentido a la existencia terrenal teniendo la ayuda de Nuestro Señor, y siempre a disposición de los demás. Primero hay que ser cristiano y después querer ser mejor persona.
Estela García Núñez