Un medallón de bronce de entre los siglos VI y VII, de la época de San Isidoro y San Leandro, ha sido hallado en Sevilla, donde un grupo de intelectuales trata de abrir una colecta para adquirirlo y conservarlo en la ciudad, y que no sea vendido fuera como ha sucedido con piezas similares.
El medallón, circular y de casi diez centímetros de diámetro, cuyo dueño prefiere permanecer en el anonimato, tiene grabada una figura que representa al Salvador del Mundo en actitud de bendecir el Sagrado Cáliz, siguiendo modelos de carácter bizantino.
La pieza está formada por dos placas circulares, ambas con grabados, y con un complemento para colgante que sirve también de articulación entre las dos hojas, en cuyo interior debió alojar alguna reliquia, según ha explicado a Efe el arquitecto Rafael Manzano, exconservador de los Reales Alcázares y de quien ha partido la iniciativa de efectuar una colecta para adquirirlo.
En el reverso tiene grabadas las letras griegas alfa y omega a cada lado del Crismón, mientras que en el anverso, en la parte superior izquierda de la imagen de Cristo lleva la inscripción IHS "Jesús" en latín.
La pequeña articulación que le sirve para colgante es idéntica a una serie de cruces bizantinas que fueron halladas en un yacimiento arqueológico de las proximidades de Sevilla -en un lugar desconocido- hace unos veinticinco años, y que fueron estudiadas por el arqueólogo Fernando Fernández y por el especialista en bronces antiguos Luis Hurtado.
Fernández y Hurtado firmaron un artículo sobre estas cruces -una serie de cuatro piezas que forman parte de una colección privada en España- en la "Revista de Arqueología" en 1990 y, al igual que Rafael Manzano, están convencidos de que la pieza procede del mismo lugar.
Manzano ha dicho a Efe que el interés histórico de la pieza es muy superior al precio que pueda alcanzar en el mercado y que "su valor radica en que es asignable a los años en que regían la diócesis San Leandro y San Isidoro, y debió pertenecer a algún pontífice o alto dignatario de la Iglesia".
Por ese motivo, la pieza merece conservarse en la Diócesis de Sevilla, según Manzano, quien ha recordado que en esta diócesis, en Écija (Sevilla), se conserva un sarcófago paleocristiano "absolutamente coetáneo" del medallón, con inscripciones bizantinas.
El propio Manzano, que hace años dirigió la restauración de la iglesia de Santa Cruz, en Écija, colocó simbólicamente este sarcófago como altar mayor de ese templo, primitiva sede de la antigua Diócesis Astigitana.
Fernández y Hurtado han señalado que tanto las cruces halladas hace veinticinco años como el medallón deben proceder probablemente de una necrópolis visigótica perteneciente a un monasterio, ya que tanto las cruces como el medallón no son vulgares ni para uso del pueblo, sino que debieron de ser portadas por clérigos de rango.
Ambos especialistas señalan que esa necrópolis, de la que no se ha podido hallar el lugar exacto, aunque presumen que debe estar ubicada entre Sevilla y la localidad de Santiponce (Sevilla), debió pertenecer a un primitivo convento, germen del monacato moderno.
En la época de San Isidoro, en los monasterios primitivos se refugió la cultura antigua y fueron las instituciones en las que se formaron los jóvenes más eminentes de la época.
En otras ocasiones, instituciones o particulares sevillanos han adquirido piezas para el Museo Arqueológico de Sevilla, como el bronce Carriazo, la bandeja orientalizante del Gandul, la Lex Irnitana o el tesorillo de Mairena.