Redacción. Correr un tupido velo y mirar hacia adelante. Esta es la petición que el Obispado de Córdoba ha trasladado a la Agrupación de Hermandades y Cofradías en una nota remitida al máximo organismo cofrade de la capital, firmada por el vicario general de la diócesis, Ilmo. Sr. D. Francisco Jesús Orozco, que fue leída en el pleno que se celebró anoche, tras el revuelo provocado por el rechazo de las cuentas del último ejercicio de la anterior Junta de Gobierno, presidida por Juan B. Villalba, cuya gestión fue reprobada por el pleno de las hermandades, siendo calificada de negligente, a resultas de una auditoría externa que emitió un dictamen desfavorable.
En palabras de asistentes al pleno, del documento, que alaba la “transparencia y responsabilidad” del actual equipo de gobierno en contraste con el anterior, trasciende que tras analizar la documentación y considerando su hipotética repercusión es conveniente, curiosamente, no ser transparente y no convertir la oscuridad en luz, con lo que es probable que finalmente nunca se conozcan los hechos, más allá de las sospechas pregonadas y del daño causado a la honorabilidad de algunos afectados.
El desenlace de esta enojosa cuestión es el lógico, en base a la actuación perpetrada por el propio pleno de hermanos mayores que, más allá de los meros fuegos de artificio y para no entrar en el meollo de la causa del conflicto “y no mancharse las manos”, decidieron decantarse mayoritariamente por la segunda de las opciones expuestas por el delegado diocesano de hermandades y cofradías de “informar al Obispo y que él decidiera qué hacer”, resolviendo de este modo “pasarle la pelota” al Obispado para que fuera este quien tuviera la última palabra sobre el tema, frente a la primera que consistía profundizar hasta las últimas consecuencias. Es decir, al optar entre el camino sinuoso y responsable o bien hacerlo por el asequible y fácil que suponía no investigar hasta el final eligieron este último, interpretando de las palabras del delegado que “era lo que había que hacer”. La respuesta del Obispado era previsible.
Si se tratase de una película americana de tribunales, diríamos que se propone el sobreseimiento del caso con lo que no se terminará condenando a nadie pero tampoco se permitirá a nadie que se pueda defender ni a la sociedad tener conocimiento de lo ocurrido, o lo no ocurrido.