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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Luchar por lo mío

Me alejé de Capuchinos, dejando atrás el brillo de tu mirada y el hogar en el que me sentía seguro. Me marché envuelto en el cansancio, hastiado de batallas, sintiéndome empujado por mi conciencia y mi libertad, en el tren de la búsqueda de la felicidad absoluta que el despiadado destino quiso situar lejos de tu Paraíso. Me retiré súbitamente, por alcanzar el amor verdadero, avanzando por la senda del sosiego, dejando atrás las trincheras, con el único arrepentimiento de no haber luchado por defender el pedacito de gloria que tuve en tu regazo, ese trocito de tu manto que me permitías tocar con los dedos...

Y los días se hicieron meses y los meses, años, habitando tu carencia, bebiendo ocasionalmente algunas gotas de tu bendita esencia en mis visitas furtivas… y la herida fue sanando y como un fénix renació de sus cenizas mi ansía de tenerte cerca, porque tu casa es mi casa, y por más barreras que levanten y por más que el tiempo quiera atraparme entre las redes de tu ausencia, llegará la hora en que mi nave retornará al puerto del que partió, como regresó Ulises de su odisea… de la odisea de no respirar tu dulzura a la orilla de mi alma… volveré a tus plantas, para ofrecerte el joyero de mis sueños cumplidos… y  quedarme para siempre…



Acudieron a mi orilla
renovadas ilusiones,
pidiéndome la semilla
que sembré con mis canciones.

He alejado del recuerdo
la calumnia y el engaño,
la agonía en el averno
del exilio voluntario.

Agonizaron mis versos
por las cosas del destino,
por ver cumplido mi sueño
abandoné Capuchinos.

Llegará por fin la hora
como al río el afluente,
te rezaré mi Señora
como te he rezado siempre.

Con la fuerza del olvido,
con mi amor, mi compañera,
iré a buscarte a tu nido
que ya he cumplido condena
por no luchar por lo mío.


Guillermo Rodríguez








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