Para situar el debate, me dispongo a hablar de las imitaciones que
observamos en el mundo de la Semana Santa. Algunos tipos de copias pueden ser
las que se refieren al estilo del andar de las cuadrillas –habremos oído multitud
de veces eso de “este paso anda igual que…”-, al ámbito de la música cofrade
(bandas que reproducen el repertorio de otras o siguen su línea musical), al
terreno de los misterios o los palios, inspirados en otros… En definitiva, a
todos aquellos aspectos externos y formales que rodean a las Cofradías. Sirva esta breve explicación
para contextualizar el tema. No esperen una lista de Hermandades que copian a
otras. Pretendo adentrarme en el fondo de la cuestión, situado en el terreno de
la moralidad.
No me detengo a ejemplificar ningún caso para no brindar información
sesgada, y para no cometer la injusticia de citar unos casos sí y otros
obviarlos, pero tengo la seguridad de que a todos los lectores se les vendrá a
la cabeza alguna que otra Hermandad. “Ha copiado a…” dirán ustedes.
Un buen amigo, con el que he compartido mucho en esto de la Semana Santa
en la red, me comentó hace tiempo que toda idea procede de otra anterior, y es
una frase que se me ha quedado grabada. Todo lo que se crea nuevo está basado
en algo que ya existe. Es decir, no hay nada que sea 100% original y que no
esté relacionado con algo anterior. Piensen: a estas alturas… ¿Qué se puede
inventar o reinventar en las Cofradías que sea novedoso y no se inspire en algo
previamente existente? Me refiero a elementos que no resulten estridentes, claro
está.
Cuando algo relacionado con lo cofrade es susceptible de ser comparado
con otro algo ya existente, observo desconcertado cómo algunos “cofrades” (¿?)
vierten atroces críticas sobre ello. Comentarios como: “mala copia”, “que se
busquen un estilo”, “nos quieren copiar y no nos llegan ni a la suela de los
zapatos”, “nos tienen envidia, por eso nos copian”. Sería capaz de seguir,
espero que se formen una idea de a lo que me estoy refiriendo. Podría escribir
tanto sobre este tema e ir desmontando argumento por argumento… Pero sería muy
largo y aburriría al lector. Trataré de sintetizar al máximo.
Primera razón por la que criticar la copia es absurdo (por si no han
inferido mi opinión ahí la tienen de forma diáfana): la Semana Santa no es
un concurso de originalidad. Es más, no es ni siquiera un concurso. Esta
visión es habitual para aquellos que ven en la Semana Santa un aspecto más de
la sociedad en el que competir entre personas. Cuando establecemos
comparaciones con el fin de atizar a Hermandades por haberse inspirado en
otras, no hacemos más que dejar aflorar esa idea preconcebida que almacenamos
en nuestra cabeza. Hay que eliminar del diccionario cofrade la palabra
competición.
Segunda premisa, la que expuse hace unas líneas: no hay nada, y menos en
el mundo de las Cofradías, que sea original en su totalidad. Toda idea
proviene de una anterior. Y debe ser así, hay que ser cautos con las
innovaciones radicales en la Semana Santa que rompan con el canon y los
aspectos estéticos de la misma.
Tercera razón, la más contundente y racional. Los árboles vuelven a no
dejarnos ver el bosque. Olvidamos qué subyace tras esta bendita locura
llamada Semana Santa. Obviamos que el motivo de sacar imágenes sagradas, Hermandades,
pasos, bandas a la calle no es otro que llevarle La Pasión de Cristo al pueblo,
llevarle a Dios mismo. Todos estos elementos que acabo de citar son simplemente
el medio que enlaza a los cofrades con Dios. ¿Qué más da que un misterio esté
inspirado en otro? ¿Qué más da que una banda interprete las marchas de otra? Si
el fin es darle color musical a La Pasión… Son elementos secundarios que en
ningún caso pueden ni deben eclipsar al objetivo que tiene la Semana Santa. No quiero
dejar lugar a que se me malinterprete como un ataque hacia estos aspectos
secundarios: soy un confeso enamorado de la música cofrade, de las cuadrillas
que andan con cambios, siempre de frente o como sea, o de la poesía que
encierra un paso de palio… Pero estos elementos no tienen sentido si olvidamos
lo principal. La belleza que rodea a la Semana Santa se esteriliza si Dios pasa
a un segundo plano. O si directamente se le aparta.
El colectivo cofrade sigue tropezando una y otra vez con el mismo error,
y cada vez con más frecuencia. Muchos, víctimas de la ignorancia, se preocupan
más por hacer el mayor número posible de cambios con el paso, tocar más marchas
de las bandas “top” (utilizo este adjetivo ridículo a propósito, pero ese es
otro tema), tener más bordados y dorados que nadie, o de criticar a la
Hermandad que copia a aquella otra, para ceñirme más al tema que ocupa este
artículo, que de algo tan simple como dirigir la vista un poco hacia arriba y
ver qué se encuentra encima del paso. Víctimas de la ignorancia, decía, que
puede llegar a ser muy atrevida. El jarabe para contrarrestarla, muy fácil. Formación,
en este caso cristiana y cofrade (estos dos elementos deberían ser
indisociables) en las Hermandades. El peor enemigo de los cofrades comienza a
ser el propio cofrade. Más interesado en disputar absurdas competiciones
que de rendir culto a Dios y llevar su Pasión al pueblo. Preocupante.
José Barea