La tradición hace remontar al último cuarto del siglo XIII el origen de la devoción a San Rafael en Córdoba que aparece vinculada a la figura de fray Simón de Sousa, comendador del convento de la Merced. En el mencionado período una terrible epidemia azota la ciudad y ante el elevado número de víctimas el superior de la comunidad pide la protección divina mediante la oración en el coro de la iglesia, quedando sorprendido por la aparición del arcángel. El religioso se apresura a comunicar el suceso prodigioso al obispo don Pascual, quien ordena colocar la efigie de San Rafael en lo alto de la torre de la catedral. Al instante cesa el temido contagio y el vecindario comienza a implorar el auxilio del Custodio.
La primera cuestión que debemos abordar es el fundamento histórico del singular prodigio protagonizado por el comendador de la orden redentora. Asimismo se impone la necesidad de analizar la consistencia de los argumentos esgrimidos por el licenciado Pedro Díaz de Ribas en la gestación a mediados del siglo XVII de esta secular tradición que pervive hasta nuestros días.
El testimonio documental más antiguo sobre la devoción a San Rafael en la ciudad de la Mezquita lo encontramos en las revelaciones al venerable sacerdote Andrés de las Roelas, recogidas y dadas a conocer por el licenciado Juan del Pino a principios de la centuria del seiscientos en el momento en que los cordobeses sufren los trágicos efectos del brote pestilente que se desarrolla en los años 1601 y 1602. La publicación causa un fuerte impacto en la población y cosecha los frutos deseados: potenciar el culto a las reliquias de los Santos Mártires descubiertas en 1575 en el templo parroquial de San Pedro con motivo de unas obras.
El testimonio de las revelaciones contiene solamente una vaga alusión al prelado de la diócesis don Pascual en un intento de buscar unos precedentes medievales al origen de la devoción a San Rafael en Córdoba que carecen de rigor histórico. La supuesta colocación de la imagen del Custodio en la torre de la iglesia mayor no viene refrendada por una apoyatura documental.
No obstante, conviene poner de relieve que en las apariciones al venerable Andrés de las Roelas la figura del obispo don Pascual no está ligada a la del mercedario fray Simón de Sousa. La vinculación de ambos personajes se establece de forma totalmente gratuita en los comedios del XVII por Díaz de Ribas, quien inventa la piadosa leyenda que se ha transmitido hasta la actualidad.
El jesuita cordobés P. Martín de Roa se limita a repetir con escasas variaciones la versión de los hechos que encontramos en las revelaciones de Andrés de las Roelas sin la menor alusión a fray Simón de Sousa. El primer testimonio del célebre mercedario lo aporta fray Marcos Salmerón en su obra publicada en 1646, incluyéndolo en la relación de varones ilustres de la orden redentora.
La semblanza de fray Simón de Sousa ofrece un indudable interés por los datos biográficos que aporta, pero hemos de tener presente que en ella no aparece referencia alguna a la supuesta aparición de San Rafael ni a la hipotética vinculación con el obispo don Pascual.
El licenciado Pedro Díaz de Ribas toma como punto de partida las revelaciones de Andrés de las Roelas en las que se alude al obispo don Pascual y a la colocación de una imagen de San Rafael con motivo de una trágica epidemia de peste. Las claves de la infundada vinculación entre el prelado de la diócesis y el comendador de la comunidad mercedaria fray Simón de Sousa las encuentra en la obra de fray Marcos Salmerón.
En efecto, fray Marcos Salmerón, siguiendo la crónica de fray Bernardo de Vargas, señala la decidida protección de don Pascual a los mercedarios mediante la publicación en 1286 de las bulas en favor de los frailes redentores. Al mismo tiempo, como ya hemos indicado, en otro lugar de la obra incluye en la relación de varones ilustres un comendador del convento de Córdoba.
La relación establecida entre el obispo don Pascual y el mercedario fray Simón de Sousa queda reforzada por el licenciado Díaz de Ribas con una serie de argumentos que pretenden demostrar el importante papel jugado por la orden en la propagación de la devoción a San Rafael. Sirva como ejemplo el prodigio que origina el establecimiento de una fiesta en su honor que se celebra el 18 de septiembre por acuerdo del capítulo general de 1349. El extraordinario suceso guarda un paralelismo evidente con la supuesta aparición de San Rafael a fray Simón de Sousa.
La publicación de las revelaciones de Andrés de las Roelas a principios del siglo XVII por Juan del Pino constituye el punto de partida de la leyenda elaborada a mediados de esa centuria por Pedro Díaz de Ribas, quien busca unos antecedentes medievales en el origen de la devoción a San Rafael en Córdoba que se halla vinculada a las figuras del comendador mercedario fray Simón de Sousa y del prelado de la diócesis don Pascual.
No cabe la menor duda de que la leyenda elaborada por el licenciado Díaz de Ribas en su obra «El Arcángel San Rafael particular custodio y amparo de la ciudad de Córdoba», publicada en 1650 en la capital cordobesa, tiene un gran eco en la historiografía local. La piadosa tradición se recoge sin el menor espíritu crítico ni rigor histórico por Bartolomé Sánchez de Feria, Teodomiro Ramírez de Arellano y Enrique Redel.
Juan Aranda Doncel
Historiador