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domingo, 6 de octubre de 2013

Historia de la Hermandad del Cristo de Gracia (El Esparraguero)

Se tiene constancia que ya en 1809 ya existía una “Esclavitud del Santísimo Cristo de Gracia”. Por diversos documentos sueltos que posee la Hermandad, puede pensarse que existió durante todo el siglo XIX. Una fecha de referencia segura es 1905, año en que son aprobados unos nuevos estatutos y desde el cual la Hermandad ha mantenido su actividad ininterrumpidamente hasta el día de hoy.

Respecto a las imágenes que componen el grupo escultórico, son todas de autor desconocido. La imagen del Cristo (cuya historia detallaremos con más atención más adelante), fue realizada por los indios de Puebla de los Ángeles (Méjico) antes de 1618, fecha en la que fue donada al convento de Nuestra Señora de Gracia de Córdoba por Dª Francisca de la Cruz. Las imágenes de la Virgen, San Juan y la Magdalena proceden de un taller valenciano desconocido y pueden fecharse a finales del siglo XIX.

Son varias las imágenes de Cristo realizadas en América que procesionan en nuestra provincia, pero el Cristo de Gracia es el único de los que lo hacen en la capital.

El Cristo fue realizado en Puebla de los Ángeles (Méjico), por encargo de un cordobés llamado Andrés Lindo, que lo envío a España, donde su hermana Francisca de la Cruz lo donaría a los Padres de Gracia. Fue precisamente el día 4 de febrero de 1618, cuando se prepara una procesión para llevar la imagen hasta su destino, surgiendo una disputa con los clérigos de San Miguel por la procesión de la imagen. Llega finalmente al convento de los Padres de gracia donde se realizó su donación. Una vez allí en el convento que los trinitarios descalzos habían ocupado años antes, y quizás influenciados de su gran devoción por la Virgen de Gracia, recibiera el nombre de tal advocación.

La Virgen de los Dolores y Misericordia

La singularidad del Cristo lo distingue de los demás. El Cristo de Gracia es una imagen que impresiona a todo aquel que se acerque a Él. Llama la atención su grandiosidad, sus grandes dimensiones superiores al natural, y los rasgos indígenas de su rostro y su piel. No es una imagen que realizará su autor siguiendo los dictados de cánones artísticos, sino más bien es una personalidad propia en la que resalta su origen indígena, con una forma peculiar de expresar la idea de Jesús en la Cruz con grandiosidad de formas y una expresión directa, viva y tremenda de dolor.

Así, el Cristo de Gracia se convierte en único y singular en la Semana Santa de Córdoba por todas las características que reúne: Americano, realizada a principios del siglo XVII, que tenga Cofradía y que sea procesionada en Semana Santa.

Quizás por ello no es de extraña que la Cofradía cuando decide hacer el actual paso, encargue a Miguel Arjona un paso de estilo gótico con innumerables capillas e imágenes, que resulta como el Cristo, una obra única y singular en la Semana Santa cordobesa.

Pero quizás una de las notas de identidad más importantes sea su popularidad. Es una cofradía que en el argot cofrade puede ser denominada como “Cofradía de barrio”, pero aquí, lo que puede ser considerado como un apelativo despectivo, pasa a ser una seña de identidad con una significación positiva.

Desde el mismo momento en que Andrés Lindo encarga la realización del Cristo alla por el año 1600, encontraremos un grupo de indígenas mejicanos que se disponen a preparar la “cañaheja”, pasta de caña que hacía a las imágenes muy ligeras, para hacer como ellos saben una imagen de un crucificado. Su origen no puede ser más sencillo y popular. Evidentemente no estamos ante la obra de un afamado escultor de una determinada escuela que ya tuviera cierto prestigio, que hubiera seleccionado las mejores maderas y los mejores ayudantes para realizar su obra.

Una vez en Córdoba, el Cristo de Gracia va a estar en una Iglesia de la zona periférica de la ciudad. Las gentes que durante siglos se han acercado a Él son gentes humildes que han llegado a comentarle innumerables avatares de sus vidas. Él, que tiene predilección por las gentes sencillas del pueblo, ha ido derramando su Gracia y ha cambio le han llegado plegarias y más de una vez ese manojo de espárragos, símbolo del trabajo de un día en el campo. De ahí que este Cristo haya sido conocido por el pueblo como el de los Esparragueros y hoy en día, en Córdoba se le conozco como El Esparraguero.

Por último, cuando el Jueves Santo nos acercamos a ver al Cristo de Gracia (El Esparraguero), por cualquiera de las calles de Córdoba por las que hace su recorrido o en el momento de regreso a su barrio, todos esperamos escuchar las saetas que le dirigen al Cristo, como forma de expresión del sentir popular.

Y entre todas las saetas, seguro que llegará alguna de María “La Talegona” cantada desde el cielo.


La Santísima Trinidad y la Hermandad del Santísimo Cristo de Gracia

Hermandad y cofradía del Santo Cristo de Gracia está sin duda alguna ligada profundamente a la Orden Trinitaria, y mas particularmente a la reforma de dicha Orden redentora, llevada a cabo por San Juan Bautista de la Concepción .

Es en 1607 cuando los Trinitarios Descalzos llegan a Córdoba. Tras varias vicisitudes y oposiciones por parte de las comunidades religiosas asentadas en la ciudad, que motivaron el desplazamiento a Córdoba del Reformador para defender sus derechos, el 7 de junio del mismo año , fue aprobada la fundación por el Obispo Fray Diego otorgaba a la nueva comunidad el uso y servicio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia , contigua a las casas donde habitaban los frailes trinitarios.

Desde entonces comienza a extenderse entre los descalzos el culto a la Virgen de gracia, que llegara a ser , junto con el de Jesús Rescatado, la devoción más característica y enraizada de la Reforma Trinitaria.

No es de extrañar que diez años mas tarde, cuando el 4 de Febrero de 1618 entra en aquella casa la bendita imagen del Cristo mejicano, recibiera el mismo nombre con el que los frailes trinitarios invocaban y veneraban a la Madre. Así, en el caso del convento cordobés, tenemos el mas claro ejemplo de compenetración entre una devoción, una cofradía y una comunidad religiosa, puesto que el pueblo de Córdoba, que sabe captar estos detalles cuando son auténticos, llegaré incluso a cambiar sabiamente el nombre de los frailes por la nota distintiva de la casa de la que son guardianes privilegiados. Por eso, en Córdoba, los trinitarios se convertirán en los Padres de Gracias.

El Cristo de Gracia concentra rápidamente la devoción de los trinitarios, que se esforzarán cada vez más por extender su culto, principalmente los Viernes del año y aún más en la cuaresma. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el padre Fray Andrés de S.José, trinitario descalzo cordobés, profundamente devoto del Santo Cristo, al que dedicó una Novena publicada en 1735 y reeditada en 1870, con una breve noticia sobre la venerada imagen al comienzo de la obra.

La Cofradía hoy evidencia a simple vista este profunda relación con la Orden. De este modo, en el aspecto exterior, su escudo e insignias representan el escudo tradicional de la Orden: el hábito de sus hermanos, desde su última remodelación en los años 80, es idéntico al de los religiosos: y por último, su nuevo paso procesional es un canto magnífico a su carácter trinitario.

Ese paso que, en la noche del Jueves Santo, se nos acerca mostrando con orgullo en su respiradero frontal a la Santísima Trinidad, titular de la Orden, principio y fundamento de la fe cristiana. Las Divinas Personas coronan a María, la llena de Gracia, templo de la Trinidad. La imagen del respiradero nos evoca la imagen que preside el retablo mayor del convento y que es la titular de la casa cordobesa.

Unos instantes más tarde, cuando el Cristo de Gracia haya pasado ante nuestros ojos y se aleje entre el chisporroteo de sus tulipas, nos encontraremos con el reflejo simétrico de la primera visión trinitaria sobre el respiradero de cola. Allí campea el Ángel vestido con hábito trinitario, que intercambia dos cautivos arrodillados.

Signo plurisecular de la actividad redentora de la Orden y del Carisma que en la Iglesia inaugurara San Juan de Mata en el año 1198. Por eso, a cada lado del simbólico conjunto, San Juan de Mata y San Félix de Valois, su colaborador en la fundación según una antigua tradición, nos invitan a continuar tras ellos y a ser en el mundo de hoy testigos del amor redentor de Dios, que desea que todos los hombre sean libres y respetados en sus derechos más irrenunciables a la vida y a la fe.

Es el costero derecho del paso donde se encuentran las hornacinas que cobijan a las imágenes de las dos grandes figuras de la Reforma Trinitaria:

San Miguel de los Santos, uno de los místicos más impresionantes de la espiritualidad española. Precisamente en el año 1991 celebramos el IV Centenario de su nacimiento en Vich el 29 de septiembre de 1591. Su principal obra, un tratado sobre La tranquilidad del alma cristiana, es un canto espiritual de primera clase. Sus restos se conservan en el altar Mayor de la Iglesia de San Nicolás de Valladolid, donde murió el 10 de abril de 1625.

San Juan Bautista de la Concepción, Reformador de la Orden, es figura más atrayente. Nacido en Almodóvar del Campo en 1561, entra en el convento trinitario en Toledo en 1580. a partir de 1596 comienza su vida de recoleto y se convierte en el iniciador de la Reforma Trinitaria española, aprobada por el Papa Clemente VIII el 20 de agosto de 1599.

Su infatigable misión de Reformador le llevará a recorrer todos los caminos de España, fundando conventos y propagando, con su santidad y doctrina, el culto y la misión propios de la Orden. Alcanzó los más grandes niveles de la mística, siendo considerado como uno de los mejores espiritualistas del Siglo de Oro. Nos ha dejado escritos ocho volúmenes sobre diferentes aspectos de la vida espiritual, dignos de los mejores maestros. El 14 de febrero de 1613 muere, dejando a Córdoba el preciado regalo de su cuerpo, que la Hermandad del Cristo de Gracia tiene el privilegio de custodiar a los pies de su Titular.

En el aspecto interno y espiritual, la Cofradía se ha sentido también muy ligada al carisma de la Orden. En estos últimos años de profunda renovación, los cofrades de Gracia tratan de actuar, según su talante propio, la misión redentora y caritativa de la Familia Trinitaria. En este sentido, las enseñanzas de San Juan Bautista de la Concepción pueden ser de un valor excepcional. El que fue gran maestro de espiritualidad y compromiso evangélico para sus frailes, puede serlo también para estos cofrades que desean seguir su mismo camino en la Iglesia de hoy.





Recordatorio Derramando Gracia




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