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miércoles, 15 de enero de 2014

Mejor Caridad con Amor

Desde que me invitaron a escribir unas líneas en este blog tuve claro que quería escribir de este espinoso tema y llevo días dándole vueltas al coco pensando si seré capaz de expresar con concreción mi punto de vista sobre el mismo, si seré capaz de transmitiros que no estoy en contra de la caridad sino que lo que pido es dar un paso más en ella.

No os oculto que sospecho en algunas corporaciones hay una “caridad política”, una caridad forzada por la demanda de los tiempos que corren y que pretender ser más una justificación y una promoción del ente que la promueve que un reparto de Amor, que es la verdadera caridad. La palabra latina caritas se traduce como Amor. “Deus caritas est”. ”Dios es Amor”. Amor que el cristiano tiene el deber de repartir. Un mandamiento nuevo os doy: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Eso es caridad. ¿Cuántas veces la manera más fácil de no entregarse en ayudar a alguien es quitárselo de encima con una monedas? Monedas que poco solucionan y que solo arrojan una luz momentánea y fugaz sobre la situación de quien las recibe porque su problema probablemente sea más derivado de una situación de injusticia que de carencia. No tiene porque bienes porque no puede acceder a ellos, porque los bienes que le habrían de corresponder los tiene otro, no porque no existan. Conseguirá unos bienes momentáneos y al poco volverá a la misma situación.

Hemos vivido una época, y no quiero entrar a juzgar si seguimos viviéndola, en que nuestro país y nuestras finanzas se asimilaban a un barril de agua lleno de agujeros por donde se salía la misma a chorros. Algunos se empeñaron en echar más agua al barril pero a nadie se le ocurría tapar los agujeros, con lo que el resultado lejos de mejorar empeoraba. Algo similar me parece a mi esta “caridad fungible” (repartir bienes que se consumen y se acaban). Por muchos bienes que entreguemos sin solucionar los problemas de fondo nunca llenaremos el barril. Es indudable que hay situaciones de emergencia que han de ser atendidas con urgencia, y que si nos entretenemos en reparar los agujeros del barril puede que se llegue a vaciar antes de le repongamos el agua y habrá que echar agua antes de empezar a reparar. Pero sin duda si no reparamos los agujeros ya podemos echar el agua que queramos que seguirá vaciándose incesantemente.

En la actualidad existe una gran demanda por parte de todos los sectores de una mayor ejercicio de la Caridad, incluso en este blog podemos encontrar varios artículos incitando a incrementar la caridad en las Hermandades. Completamente de acuerdo en ello, pero parecen incitar a una caridad fácil siempre recaudando comida, juguetes y bienes fungibles para llenar el barril. A nadie que se le plantee recaudar bienes para los necesitados puede negarse y todos acceden: Hermandades, Ateneos, Cabalgatas, Bandas, Asociaciones de comerciantes, etc, etc., pero parece que la manera más fácil de salir del paso y quedar bien es recaudar y entregar bienes fungibles para un remedo momentáneo. “Quedamos divinamente y no nos complicamos más de lo necesario”. “Este año, el dinero que pensábamos destinar al repaso de las bambalinas lo destinamos a la operación kilo”, olvidando que quizá la bordadora de aquel pequeño taller que se está quedando sin encargos y que con su escaso sueldo llevaba a duras penas su casa acabe recibiendo de la Hermandad la comida que ya no puede comprar porque arruinaron su trabajo. Por supuesto que el ejemplo es demagógico pero vale para exponer el hecho de que el dinero que destinamos a ese tipo de caridad a fin de cuentas lo estamos quitando de otro sitio.

Se lo quitamos a otro que quizá pueda aguantar con algo menos, pero que a fin de cuentas lo que hace es igualarnos pero por abajo, hacernos a todos más iguales pero más pobres. Me parece muy fuerte, pero no me voy a resistir, hablar del mal reparto de los bienes que llega a hacerse cuando esa decisión de crear la bolsa de caridad se hace por salir del paso, por no quedarse atrás, pero sin una dedicación comprometida, cuando se da por concluida la operación solo con la recaudación. Todos sospechamos como en esta Andalucía nuestra (y otros no se quedan atrás) hay verdaderos especialistas en el censo, magníficos expertos en la falsedad, doctores en picaresca y familias que cada miembro está empadronado en un sitio distinto para mejor acceder a todo tipo de ayudas y así acumular la misma prestación varias veces en la misma casa. Repartir bienes en estas condiciones es una tarea harto delicada y expuesta a ser engañados si no se realiza con mucho compromiso, por lo que la ayuda además de no servir de mucho a veces llega también donde no debe.

Desde pequeñito nos han explicado el trabajo de los misioneros con aquella frase de “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y le darás alimento para siempre”. Este tipo de Caridad misionera es el que propongo para las Hermandades. Dejemos esa caridad tan fácil de repartir bienes a otras organizaciones con menos estructura social tales como asociaciones varias y destinemos un equipo humano en las Hermandades a enseñar a pescar, a tapar agujeros del barril, a una Caridad más elaborada y comprometida, a dar formación, asesoramiento, apoyo, asistencia, empleo y en definitiva a detrayendo los menos recursos del normal funcionamiento de una hermandad conseguir la creación de riqueza. A veces vale más nuestro tiempo que nuestro dinero. Dediquémonos a repartir amor en todos los sentidos.

cartujosereno





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