Bien es cierto que todas y cada una de las Hermandades tienen una
obligación inamovible con la sociedad, más aún siendo una parte tan importante
de la Iglesia como lo son hoy día. Ese aspecto no lo discuto ni lo discutiré
jamás: es obligatorio que toda Hermandad trabaje en pro de las personas
desfavorecidas colaborando con asociaciones como Cáritas o directamente
solucionando las necesidades acuciantes que, desgraciadamente, cada vez sufren
más estratos sociales. Jesús siempre decía que los preferidos de Dios son los
desfavorecidos, los pequeños. Mucho se viene hablando en este blog y en otros
foros sobre lo que deben o no deben donar las corporaciones a la caridad. Hoy
me planteo desmontar la demagogia barata que siempre rodea este tema.
Las Hermandades estamos bajo sospecha continuamente. ¿Quién no habrá oído
alguna vez eso tan manido de: tanto dorado en los pasos y la gente pasando
hambre…? Eso, además de ser demagogia barata, es ignorancia pura. Simplemente
hay que pararse a pensar. Imaginemos el 100% del presupuesto de una Hermandad.
Como dije al principio, una parte considerable de esa totalidad ha de ir sí o sí destinada a fines caritativos. ¿Y lo restante? Va a
parar a tallas, bordados, orfebrería, dorados, acompañamientos musicales,
estandartes, hábitos nazarenos, restauraciones, imaginería… O si no, a
reinvertir en proyectos para poder acometer todo lo anterior. Estoy seguro de
que todos sabemos en qué se gastan dinero las Cofradías.
¿Se ha parado usted alguna vez a pensar en que las Hermandades estamos
creando empleo? Sí, sí, creamos empleo. ¿De qué vivirían si no quienes se
dedican a la vieja profesión de la artesanía? Si de repente destinamos todo el
dinero a caridad, cosa que parece que –los demagogos ignorantes- nos exigen
desde fuera, ¿de qué vivirán todas estas personas? Más gente que necesitaría de
nuestra caridad por haber destruido nosotros mismos sus puestos de trabajo.
Incluso estaríamos mermando nuestra propia cultura y castigando a quien realice
creaciones artísticas, que, de por sí, son beneficiosas. Mucha gente que no es
creyente se siente atraída por esas obras de arte que pueden verse por las
calles o en los templos. ¿Los espantamos?
No se puede hablar con esa ligereza sobre el patrimonio de las
Hermandades. La parte cultural y artística de la Semana Santa es innegable.
Contemplamos verdaderos retablos andantes de la Pasión de Cristo. Obras de arte
que caminan por nuestras calles para hacer lo más atractivo posible a Jesús y
su bendita Madre al pueblo. De verdad que no creo que la solución sea destinar
más y más a la caridad, descuidando a artesanos, músicos, artistas al fin y al
cabo, que ya comienzan a deseárselas para cubrir sus necesidades. Si mi amigo y
compañero cartujosereno proponía en su artículo “Mejor Caridad con Amor” como solución el enseñar a pescar yo propugno el no esquilmarle los
caladeros a los pocos que ya saben.
Es necesario reflexionar sobre esta demagogia barata que cree hacernos
daño. Es muy sencillo quitarle la razón y desmontar los argumentos de quien
critica que un crucificado lleve potencias de oro y una túnica bordada. Dirán: “Pero
si Jesús era pobre, ¿de dónde se han sacado eso de que fuera con tanto lujo?”
Pues mire, no creo que Él esté disgustado porque gente se alimente a costa de
engrandecer su propio Nombre, el de Dios y el de María. Además, dice el Papa
Francisco que “La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción”. Es
decir, no sumamos convenciendo sino atrayendo. Piensen si en la Iglesia
(hablemos de España) a día de hoy hay algo más atractivo para el pueblo que la
Semana Santa. Con estas manifestaciones públicas de fe hacemos que muchas
personas, muchos jóvenes especialmente, se vean atraídos por la Iglesia. A ello
por supuesto hay que unirle la atracción con el ejemplo propio. Tenemos que ser
y parecer buenos cristianos para que así la sociedad se vea atraída por la
Iglesia.
Que la sociedad deje de mirar con recelo y azotar a las Cofradías con
demagogias ignorantes. Raro -digo raro por prudencia, puesto que no conozco
ningún caso- es el episodio en el que una Hermandad malverse sus fondos. Todo,
todo el dinero que ellas mueven va a parar a manos de gente que lo necesita.
Llámense gente que acude a caridad, artesanos, músicos… Y, de paso,
enriquecemos nuestro patrimonio cultural y artístico. Los demagogos harían bien
en bucear en otras instituciones a ver cuándo dinero se escapa por ahí y dónde
va a parar.
José Barea
Recordatorio Verde Esperanza