No sabría señalar el tiempo exacto, ni los deseos ni motivaciones, de quien o quienes decretaron, la alteración en el celestial mensaje del Mesías. Un intemporal y sagrado Testamento para el hombre, insuflado por Dios en las acciones de Jesús en la tierra. Como árbol de vida eterna, la Santísima Trinidad expande sus espirituales raíces en el mundo, dotando a cada elemento terrenal de su mensaje y razón de ser.
La humildad, el servicio al prójimo, de una humilde familia trabajadores de la madera. Un niño bendecido por los Ángeles, que desde muy pronto aprendió, que las espinas forman parte del tronco, “como la sangre de la herida”. Como la gubia del más grande de los conocimientos, las bienaventuranzas del Nazareno labraban las curvas tribulaciones que podía habitar el ser. El verdadero tesoro que puede poseer una persona, es el propio conocimiento de su interior, su yo espiritual.
Nació, se hizo hombre y fue sacrificado, concediendo a corazones de espinas, la tersura de unas enseñanzas, que en su sencillez, radica su gran riqueza.
José Antonio Guzmán Pérez
Recordatorio Calvario de iris: Tres breves pensamientos...