“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia,
Porque ellos serán saciados”
Antes que la lluvia empape la tierra, mis lágrimas surcaran mi rostro. Un poderoso céfiro formara con piedras del camino, inexpugnables barrotes que prenderán la Paz. Solo Dios guarda las oraciones de cada ser, conociendo su verdad. Sobrevive el alma al cadalso y cada vez más, le cuesta al sepulcro mantener, ya, su grisácea blancura.
Las Sagradas Escrituras, son la esencia del Espíritu Santo, palabras del Reino de la Luz, que el hombre con su interés y necedad, interpreta en su beneficio, acogiéndose a un incumplido propósito de enmienda.
La “simple” grandeza, es saber contemplar como las cosas más sencillas, resuelven las circunstancias más adversas.
José Antonio Guzmán Pérez
Recordatorio Calvario de iris: Tentación