Nuestra Señora de la Piedad de Iznajar será una de la Vírgenes Coronadas que estarán en la Magna Mariana del próximo año 2015, en virtud de la decisión adoptada por la Asamblea General que ha tenido lugar hoy, desde las 12 de la mañana, en su sede canónica, un foro en el que han tenido cabida cofrades y devotos de la Sagrada Imagen y que ha sido retransmitido en directo a través de la web de la corporación iznajeña. El resultado de las votaciones ha sido de 88 votos a favor y 44 en contra.
Nuestra Señora de la Piedad es una figura de barro cocido policromado estéticamente enmarcada en la corriente flamenco-borgoñona similar a la del anónimo autor de la Fuensanta, que es una imagen muy cercana a la de Iznájar aunque de menor tamaño. Se ha descartado el carácter preislámico que le atribuye la tradición. La imagen parece estar datada en los años centrales del cuatrocientos, la obra guarda semejanza con las de Lorenzo de Mercader o Mercadante de Bretaña que trabajó en Sevilla entre 1453 y 1467. Su autoría hay que atribuirla a algún artista seguidor del citado maestro por estos años.
La sagrada imagen, obra de muy buena escultura, tiene la mano derecha sobre el pecho, junto al mismo libro que sostiene el niño Jesús sentado en su brazo izquierdo. Su tamaño es de una vara y más. Presenta un deterioro de siglos, con varias grietas en la cabeza, cuello y dorso del Niño, perforaciones de clavos, entre las que destaca la que horada la cabeza de la Virgen, pérdida de los contornos del manto de Maria, del pie del Niño y del borde del libro que sostiene , amén de hallarse prácticamente repintada.
El hábito es muy amplio, con escote y sujeto en cintura moderadamente alta. Sus pliegues, que se concentran en la parte delantera, muestran plisado menudo sobre el pecho, convergen en el ceñidor y abren por debajo de este para amontonarse en un complejo reposo de los mismos a los pies de la imagen. Las mangas están provistas de grandes hopas. Los colores que decoran la indumentaria son hábito jacinto y manto azul.
La túnica del Niño es también carmín algo más oscuro que el del hábito de la Virgen, pero, en cualquier caso, busca el paralelismo con dicha prenda mariana y no con su manto.
Es posible que bajo esta policromía, que debió renovarse en el siglo pasado, queden restos de los colores originarios, entre los cuales pudo dominar el oro. Los repintes rebasan la indumentaria y alcanzan las facciones de la Madre y el Hijo; quizá las encarnaduras sean las que hayan sufrido menos retoques.
El culto a Nuestra Señora de la Piedad tiene, desde hace siglos un fuerte arraigo en la Subbética. La antigüedad de esta devoción se remonta a los primeros años del siglo XV, y tiene como centro de irradiación la Ermita de la Antigua, en el término de Iznájar, ya construida en los comienzos de la veneración a la referida Imagen de Nuestra Señora, obra en barro cocido, realizada alrededor de 1.450, de notable valor artístico.