Dice el refrán que “rectificar es de sabios” y eso es exactamente lo que ha hecho la junta de gobierno de la Hermandad de la Paz y Esperanza, con su Hermano Mayor D. Enrique Aguilar Amil a la cabeza, con respecto a la salida extraordinaria de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, prevista para el próximo 18 de octubre, en conmemoración del LXXV aniversario de la bendición de la Paloma de Capuchinos.
Los hermanos de la corporación franciscana recibieron en sus domicilios hace semanas una misiva, en la que se indicaba que el cortejo seguiría un itinerario que llevaría a la Señora por determinados barrios de Córdoba desde la Iglesia de la Merced, que durante años fue el obligado lugar de salida de la cofradía, para regresar a su hogar capuchino tras dar un paseo sin ningún motivo cultual asociado, es decir un paseo injustificado, se mire como se mire, algo que, dicho sea de paso, ha hecho la Cofradía de la Paz desde sus orígenes cada Miércoles Santo hasta que este mismo año, alguien tuvo la feliz idea de hacer Estación de Penitencia en San Miguel.
Me consta que han sido varias las voces que, adoptando la forma de sugerencia, se han dirigido a los rectores de la hermandad para evitar el disparate que hubiese derivado, incuestionablemente, en una oleada de críticas, sugerencias entre las que pueden encontrar las que nosotros mismos hicimos hace justo una semana, que entendemos no han sido las únicas que han influido en el acertado cambio de postura (probablemente ni siquiera las que más lo han hecho, no nos consideramos tan importantes).
Con independencia de qué o quienes hayan provocado los cambios, (que lo son, no parece que los actos que definitivamente se van a realizar estuviesen previstos en ningún caso hasta hace bien poco, es evidente que no tendría sentido haber enviado una comunicación por carta para modificarlo todo unas semanas después) lo verdaderamente importante, es que se ha evitado celebrar una efeméride de estas característica de un modo absolutamente inadecuado y por extensión, ser centro de la descarnada crítica de propios y extraños, (con razón) si todo hubiese quedado en una procesión sin más, en un mero paseo para mayor gloria del lucimiento de algunos, sin ninguna motivación o componente religioso que obligadamente ha de tener un evento como este para que tenga sentido llevarlo a cabo.
El pasado miércoles le comentaba, Señor Aguilar, que de momento, lo que he observado de sus hechos no había modificado mi apreciación sobre su idoneidad como máximo responsable de la hermandad de la Paz y añadía que estaba deseando que algo hiciera cambiar esta percepción. Pues bien, le confieso que me ha sorprendido. Su rectificación, representa una ilusionante luz al final del túnel, una llama que hace ver que es posible que usted haya escuchado las voces que le han aconsejado y haya obrado en consecuencia, que es muchísimo más de lo que su antecesor jamás hizo. Demuestra con ello una inteligencia muy superior a la de aquellos que creen estar en posesión de la verdad absoluta y por tanto nada han de escuchar de los demás porque nada pueden aprender de ellos. Si este es el primer paso del sendero de cambio que necesariamente debe emprender para ganarse el respeto de los que no acudieron a votarle, me congratulo por ello.
Ojalá esto no sea un espejismo. Indudablemente no es suficiente, está todavía a tiempo de refrendar el programa con un Cabildo. Cierto que es únicamente un formalismo, es evidente que el apoyo que recibió usted en las urnas lo debe conservar a poco más de cien días de su victoria, pero sería una muestra muy importante de ese nuevo rumbo, ese nuevo estilo que usted mismo asegura y que muchos estamos deseando certificar. Hágalo, obtenga el refrendo de sus iguales y el paso dado se habrá convertido en camino iniciado. Y luego continúe escuchando a los que opinan (opinamos) desde la cercanía o fuera de ella. Le garantizo que será enriquecedor. No lo es enclaustrarse y alimentarse únicamente de las palmaditas y el silencio mezquino de los que jamás tendrán la osadía de decirle que se está usted equivocando, cuando ocurra. No se trata de hacer lo que los demás le digan, sino de escuchar a todos, y luego tomar decisiones, no usted sólo obviamente, para eso tiene una junta de gobierno. Pero escuche, déjese aconsejar, no haga caso de aquellos que le intentan convencer de que algunos sólo estamos para darle “leña al mono” porque cuando creamos que el camino es acertado, no tendremos ningún empacho de decírselo, y a las pruebas, que evidencian cómo tales argumentos se ven reducidos al absurdo, me remito . Demostrará la sabiduría que ni tienen ni tuvieron otros.
Ya lo comenté el sábado pasado, que ésta, si no es como una gota de agua en el desierto, si puede ser la primera piedra con la que reconstruir el entendimiento. Por favor, mantenga este rumbo, despréndase de lo que realmente separa en lugar de unir, y nos tendrá a muchos en el lugar al que algún día nos gustaría regresar y en el que quiero creer que usted nos querría tener… no le quepa duda.
Guillermo Rodríguez