Arcángel de alas ungidas y cinceladas por las manos del creador, cual prodigioso caudal de agua sanadora.
Para el esclavo de su riqueza ungüento reparador, para el liberto de su pobreza frescor celestial, que la gracia su alma eleva.
Nada más cercano a Dios que el amor, por ventura Córdoba, su escogida tierra.
Acrisolado cosmos de luminarias, y embellecidos astros de colores inimaginables para el ser, perfumados por un profundo olor a azahar y fugases estrellas que musitan su cantar, que pareciera el acompasado rumor del agua de la fuente, surtidor que clama su oración acariciando el firmamento.
Por todo lo que representa, Córdoba es la estrella que luce tu frente. Córdoba custodia en su corazón, un manuscrito por siglos expresado con letras de hermanamiento, la misteriosa llave que abre las puertas de la sabiduría.
José Antonio Guzmán Pérez
Recordatorio Calvario de iris: Vagabundo