Blas J. Muñoz. Hay momentos que te justifican una vida viendo cofradías y escuchando bandas. La diferencia, el instante en que cambia todo es ése en que el vello se te eriza y sabes que estás ante un recuerdo perdurable. El mismo que contarás y del que escribirás mil veces. La parte, no amable, sino la más necesaria.
Lo que tiene la Banda del Sol es propio de muy pocas formaciones. El sabor de lo clásico, la luz de otro tiempo, la forma de entender las cofradías de una época permanente por más que los años cambien el gusto y haya quien intenté recuperar aquéllo que ellos atesoran como podríamos decir de Santa María Magdalena de El Arahal.
Por San Nicolás pudimos disfrutar este Lunes Santo de esa perla del tiempo, traída al presente. Sencillamente, sonaban las cornetas y la Banda rodeaba San Felipe para llegar a los pies del Señor de la Sentencia. La estación de penitencia no pudo celebrarse pero sonó el Sol, nada más y nada menos.