Dios tomó al hombre y lo
colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara. Y dijo al hombre: Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol
del conocimiento del bien y el mal no comas (...) La serpiente (...) el animal más
astuto de cuantos (...) había creado dijo a la
mujer: ¿Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín? La
mujer contestó: (...) Podemos comer de todos los árboles del jardín;
excepto del árbol que está en medio (...) La serpiente replicó: (...) Dios sabe que, en cuanto comáis de él, se os abrirán los ojos y
seréis como Dios, versados del bien y del mal. (...) La mujer (...) tomó fruta del árbol, comió y se la ofreció a su marido, que
comió con ella. Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban
desnudos; (...) Dios preguntó al hombre (...) ¿quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol
prohibido? El hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio el fruto y comí. El Señor Dios dijo a la mujer: ¿Qué has hecho? Ella respondió:
La serpiente me engañó y comí. (...) Y el Señor Dios los expulsó del jardín del Edén, para
que labrasen la tierra (,,,). (Génesis 2 ; 15 - 3)
Dios
los puso en el Edén,
en
la tierra prometida,
pero
Adán y su mujer
tomaron
frutas prohibidas.
El mundo entero hablaba la misma lengua (...) Y dijo el hombre: Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, (...). El Señor (...) se dijo: Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de sus empresas, nada de lo que se propongan les resultará imposible. Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda al prójimo. El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y dejaron de construir la ciudad. (...) (Génesis 11; 1-9)
Al
Cielo quiso acceder
el
hombre en su prepotencia,
confusión
hubo en Babel.
castigó
Yahvé su ofensa.
Dijo el Señor: La denuncia contra Sodoma y
Gomorra es seria y su pecado es gravísimo. Voy a bajar para averiguar si sus
acciones responden realmente a la denuncia. (...) Abrahám se acercó y
dijo: ¿ (...) vas a destruir al inocente con el culpable? (...) El Señor
respondió: Si encuentro en la ciudad de Sodoma diez inocentes, perdonaré a toda
la ciudad (...). Dos ángeles llegaron a Sodoma (...). Lot, que estaba
sentado a la puerta de la ciudad, al verlos se levantó a recibirlos y se postró
(...) Y dijo: (...) pasad a hospedaros a casa de vuestro siervo. (...) Los
hombres de la ciudad rodearon la casa: jóvenes y viejos, toda la población
hasta el último. Y le gritaban a Lot: ¿Dónde están los hombres que han
entrado en tu casa esta noche? Sácalos para que abusemos de ellos. Lot se asomó a la entrada, cerrando la puerta al salir, y les
dijo: Hermanos míos, no seáis malvados. (…) Contestaron: Quítate de ahí;
este individuo ha venido como inmigrante y ahora pretende ser juez. Ahora te
trataremos a ti peor que a ellos. (…) Los visitantes alargaron el brazo,
metieron a Lot en casa y cerraron la puerta. Y a los que estaban a la
puerta, pequeños y grandes, los cegaron, (…) Al amanecer, los ángeles sacaron a
Lot (…), a su mujer y a las dos hijas, (…) fuera de la ciudad. Una vez
fuera, le dijeron: Ponte a salvo; no mires atrás. (…) El Señor desde el Cielo
hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. (…) La mujer de Lot
miró atrás y se convirtió en estatua de sal. (Génesis 18, 20-33; 19,
1-29)
Por
ser pueblo pecador
condenó Dios a Sodoma;
salvó
solamente a Lot
porque
él respetó su Gloria.
(…) Se enamoró Sansón de (…) Dalila. Los
príncipes filisteos fueron a visitarla y le dijeron: Sedúcelo y averigua en qué
se basa su gran fuerza y cómo nos apoderaríamos de él para sujetarlo y domarlo. Te
daremos cada uno mil cien monedas de plata. Dalila le dijo a Sansón: dime
el secreto de tu gran fuerza y cómo se te podría sujetar y domar. Sansón
le respondió: (…) Si me corto el pelo perderé la fuerza. (…) Dalila dejó que
Sansón se durmiera en sus rodillas, y entonces llamó a un hombre, que cortó los
siete mechones de su cabeza, y Sansón empezó a debilitarse, su fuerza
desapareció. Dalila gritó: ¡Sansón, los filisteos contra ti! (…) Los
filisteos lo agarraron, le cegaron (…); lo ataron con cadenas y lo tenían
moliendo grano en la cárcel. Pero el pelo de la cabeza le empezó a crecer
(…). Los príncipes filisteos se reunieron para tener un gran banquete en honor
de su dios (…). Cantaban: Nuestro dios nos ha entregado a Sansón, nuestro
enemigo; (…) dijeron: Sacad a Sansón, que nos divierta. (…) lo plantaron entre
las columnas. Sansón rogó al lazarillo: Déjame tocar las columnas que
sostienen el edificio para apoyarme en ellas. (…) Entonces él gritó (...): ¡Señor, acuérdate de mí! Dame la fuerza al menos esta vez; (…) Palpó las
dos columnas centrales, apoyó las manos contra ellas, (…) abrió los brazos con
fuerza, y el edificio se derrumbó sobre los príncipes y sobre la gente que
estaba allí. (…) (Jueces 16)
Dalila engañó a Sansón,
lo
entregó a los filisteos,
fue
víctima del amor,
pagó
su pasión con fuego.
Ayúdanos, Padre Mío. Entréganos tu mano amiga para impedirnos sucumbir en las redes del odio, la soberbia, la venganza, el ansia de poder... libera nuestro quehacer cotidiano de las garras de la vileza... para que triunfe siempre la Eternidad de tu Luz sobre la muerte y la lejanía...
La tentación
acecha tras la esquina
y al corazón
confunde con mentiras...
¡Libéranos!
¡Libéranos!
Guillermo Rodríguez